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noviembre 23, 2024

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PRD, nuevas siglas, misma lucha

Después de las elecciones estatales del 10 de noviembre de 1988, Andrés Manuel López Obrador tuvo que vivir entre la derrota y la esperanza. Aunque había perdido oficialmente las elecciones estatales contra Salvador Neme Castillo, el Frente Democrático Nacional había obtenido cinco diputaciones plurinominales en Tabasco.

Para conformar el Partido de la Revolución Democrática, se impuso un pragmatismo y unos principios inquebrantables.

Un mes después del proceso electoral, ya estaba celebrando un cónclave estatal para movilizar a todos los simpatizantes del FDN, a fin de que hicieran proselitismo en sus municipios y difundieran los ideales del nuevo partido para captar nuevas adhesiones.

Así lo rememora en su libro “Tabasco, víctima del fraude electoral”: “El 10 de diciembre celebramos en Villahermosa una asamblea estatal para integrar el Comité Promotor del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Ese día, reafirmamos nuestra voluntad de luchar junto con nuestro pueblo para derrocar, por la vía pacífica y legal, el régimen antidemocrático predominante, y levantar un nuevo sistema político que permita restaurar la República”.

La lógica de Andrés Manuel era que si las bases se organizaban mediante un trabajo político, se podía recuperar el poder para beneficio colectivo. En el citado libro, resume así la enorme tarea impuesta: “A partir de la constitución del Comité Promotor del PRD en Tabasco, orientamos nuestro trabajo político a cumplir con dos tareas básicas: la de encauzar las demandas que nos hicieron los ciudadanos durante la campaña política y la de construir el Partido de la Revolución Democrática”.

Los simpatizantes regresaron a sus comunidades entusiasmados, por primera vez eran tomados en cuenta para conformar un partido; en las colonias, comunidades y cabeceras se realizaron reuniones y se explicó la necesidad de democratizar la nación.

Al llamado estatal se sumaron familias, campesinos, profesionistas, ex militantes priistas, ex trabajadores de Pemex, líderes sociales y personas que de una u otra manera había sufrido las embestidas del autoritarismo del PRI-Gobierno.

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El viernes 5 de mayo de 1989, en el galerón del Cine Tabasco, repleto de hombres y mujeres reacios, calados de sombrero y bigotes o faldas floreadas y abanicos de madera, quedó conformado el PRD. Payambé López Falconi, titular de la Notaría número 13, dio fe del suceso histórico.

López Obrador se convirtió en el primer presidente del nuevo partido; era el primer Comité Directivo Estatal de ese partido que se distinguiría desde entonces con el sol azteca.

Andrés Manuel aplicó un decálogo de acciones: constituir en cada una de las secciones electorales donde se ubican las casillas, un comité de base; afiliar al partido al mayor número de ciudadanos; dar a conocer la declaración de principios, el programa de acción y los estatutos del partido; difundir el emblema del sol azteca pintando bardas y paredes; capacitar política y electoralmente a militantes y simpatizantes; revisar el padrón electoral y promover el empadronamiento de ciudadanos; aprovechar los errores del PRI para promover el cambio democrático; establecer y conservar relaciones con organizaciones sociales y mantener la gestoría popular.

Buena parte se las solicitudes de asesoría por parte de los campesinos e indígenas simpatizantes del PRD giraban en torno a las afectaciones de Pemex en sus tierras. Por esta causa, entre 1989 y 1991 estos campesinos llevaron a cabo movilizaciones para bloquear el acceso a pozos petroleros, a fin de que sus demandas sean satisfechas.

Sin embargo, los simpatizantes del PRD bajo el régimen de Salvador Neme Castillo tuvieron que enfrentar lo que López Obrador denunció como un “estado de terror”: represión policiaca, intolerancia y prisión. Él mismo señaló que constantemente era seguido por un automóvil, en el que viajaban policías vestidos de civil.

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