Rosana Arbelo, la cantante española, está en México. Había que consentirla, me dije. Así es que se armó la bohemia en casa. Ella trajo su guitarra y al ritmo de Talismán y Pa’ ti no estoy pasamos una gran velada.
Toño, mi compañero de Cocineros, afiló sus mejores cuchillos, sacó la sal de Colima, que no le falta a ninguno de sus platillos, y la apantalló con su sazón.
Yo pa’ no quedarme atrás eché mano de un mezcal, y dijimos: “Salud, que belleza sobra”. Rosana viene a cada rato a la Ciudad de México y le encanta, pero no está acostumbrada al picante. Al mezcal tampoco, pero sí le dio su traguito. “El picante me cierra la garganta, pero después de los conciertos sí lo puedo probar”, nos dijo.
Rosana ha vendido más de 10 millones de discos y cuando le pregunté si la había sorprendido el éxito me dijo que fueron sus amigos los que le avisaron que su primer disco y sencillo estaban en primer lugar.
Se refería a Talismán. “Fui a una tienda de discos a comparar mi primer trabajo y me dijeron que estaba agotado”. Lo chistoso de este momento es que el vendedor de la tienda de discos nunca la reconoció ni tampoco los clientes de la tienda.
“Soy la primera cantautora, me dice mi discográfica, a la que le pasa algo así”, me dijo emocionada. “Normalmente el éxito no te llega en el primer disco”, me siguió contando.
¿Te pones nerviosa antes de salir al escenario? «Para nada», me aseguró. Lo que pasa es que la cantante siente que está tocando en la sala de su casa para puros cuates. No importa si es un teatro o un stadium. Es que cuando la disquera le dijo que dónde tocaba para ir a verla, ella les dijo la verdad, que en la sala de su casa. Con los años armó su banda, y lógicamente prepara su show cada que sale de gira, pero siempre se imagina que está en la sala de su casa, por eso no hay nervios. “Le digo al de las luces que quiero ver al público, así me siento más en confianza”.
En todo el público de habla hispana la cantante es querida. Tenerla en casa, fue abrir el baúl del desamor del recuerdo. Con Si tú no estás aquí varios quisimos morirnos de amor. Así que me di gusto recordando al mal de amor. Que luego es bueno para agradecer y valorar más al bueno. Y esta es la vida, la que se goza y sufre a través de las canciones. Y así estuvimos brindando y pasando una velada muy especial. Cantando y celebrando.
¡A gozar que el mundo se va a acabar! Vaya regalazo el poder tener a Rosana en casa y sentirla tan cercana y con los pies en la tierra.