Jocelyn Díaz / GRUPO CANTÓN
Con la vitalidad y el carisma que lo han convertido en un consentido del público mexicano, César Bono regresa a Cancún para vivir un momento entrañable: la reapertura del Teatro de Cancún, recinto que celebra sus 25 años después de una pausa para modernizar su equipo de audio e iluminación, y que eligió recibir nuevamente a quien es ya parte de su historia con la obra que le ha dado al actor más de dos décadas de complicidad con la audiencia: Defendiendo al Cavernícola.
En entrevista exclusiva, Bono abre la memoria y el corazón al recordar aquel primer encuentro con Cancún: “La primera vez que fui con El Cavernícola fue porque una señora me llevó. Vino a la Ciudad de México, me invitó y llegué a un teatro que tenía en lugar de pared un cristal que daba hacia el mar, un teatro precioso. Ahora, para los 25 años también pensaron en mí, lo cual me da mucho gusto. Yo quiero mucho a Cancún y se ve que Cancún también me quiere a mí”. Lo que él aún no sabía es que aquel teatro, alucinante a sus ojos, es el mismo que hoy lo recibe renovado para un festejo lleno de emoción.
La historia de Defendiendo al Cavernícola es tan singular como la vida misma. La primera vez que la montó fue en una auténtica caverna en Veracruz, rodeado de pinturas rupestres reales, sin necesidad de escenografía. Desde entonces, la obra ha recorrido el mundo entero, ha sido vista por más de ocho millones de personas y en México cumple ya 24 años en cartelera, convirtiéndose en un fenómeno teatral comparable con clásicos como La Dama de Negro o Los Monólogos de la Vagina. “Me siento muy complacido porque en el Teatro Libanés, donde me presento en la Ciudad de México, hay una obra diferente cada día de la semana y la que más público atrae es El Cavernícola.
Eso me llena de orgullo porque seguimos vigentes después de tantos años”, confiesa con la humildad de quien sabe que ha hecho historia, pero también con la sonrisa del hombre que disfruta cada función como si fuera la primera.
Hablar con César Bono es encontrarse con un guerrero de la vida que ha sabido hacer de la risa una bandera. “Soy un viejito, pero ahí ando. Estuve muy malo, el doctor les dijo a mis hijos que se despidieran y hasta los médicos no saben cómo sigo vivo, porque fueron muchos infartos en una sola noche. Pero aquí estamos, bendito Dios. Soy necio, aparte de cavernícola, y sigo dedicándome a lo que más amo: dar alegría”. La confesión, lejos de sonar dramática, se convierte en una lección de resistencia y amor por el escenario, de esas que emocionan al público y hacen aún más grande al artista.
Hoy, entre sus lunes en el teatro y su presencia en la televisión con Vecinos, Bono reafirma que el escenario es su hogar y su motor. “Jamás diré que no quiero hacerla, estas obras no caen todos los días. Una obra que dure más de 20 años, pocas: La Dama de Negro, Monólogos de la Vagina y la mía. Ha habido otros actores, pero me han dicho que yo soy el Cavernícola preferido”, dice entre risas, con la picardía de quien sabe que el público lo adora.
Y así, con la complicidad del tiempo, la obra que nació en una caverna real llega ahora a un teatro renovado para celebrar sus 25 años en Cancún. Entre recuerdos, carcajadas y gratitud, César Bono volverá a encontrarse con una ciudad que lo quiere y a la que él quiere de vuelta, demostrando que cuando el arte se une al amor por la vida, los años no pesan, se celebran.