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noviembre 23, 2024

Curiosidades

Cruzan fronteras con obras de arte; Día Mundial del Síndrome de Down

Josafat Calónico Escobar es un extraordinario pintor. Sus obras son muy cotizadas y actualmente se exponen en museos europeos. Cuando tenía dos meses de nacido, su mamá lo inscribió en la Fundación John Langdon Down para que, Josy, como lo llaman, desarrollara sus capacidades.

Él forma parte de las más de 250 mil personas que hay en México con Síndrome de Down (no existe un registro oficial, la cifra es un cálculo de asociaciones civiles).

Josy ingresó al área de maternal, luego siguió el preescolar, con ocho años de primaria especial, como lo hacen los más de dos mil 500 alumnos —en su mayoría de escasos recursos— que anualmente recibe la fundación.

Cuando concluyó estos estudios, pedagogos y sicológos, ya habían observado sus cualidades y el talento innato que caracteriza a las personas con Síndrome de Down: la habilidad para las artes plásticas.

Impulsado también por su mamá, fue como Josafat llegó a ser alumno de la Escuela Mexicana de Arte Down.

Hoy a sus 33 años, sentado frente al atril donde detalla su más reciente pintura, Alebrijes, Josy platica: “aquí me enseñaron a pintar y me gusta mucho, porque soy feliz. Quiero mucho a mis maestros. Me enseñan a pintar, me enseñan natación, baile y lo que más me gusta es bailar salsa”.

No obstante, no todas las personas con síndrome de down son tan afortunadas como Josafat. Apenas 3% de esas 250 mil personas tiene acceso a la educación. Es decir, sólo siete mil 500 personas están siendo preparadas para ser incluidas a una vida productiva e independiente.

Así, frente a la insuficiencia de políticas públicas enfocadas al desarrollo pleno de las personas con Síndrome de Down, el reto de las Asociaciones Civiles es lograr su inclusión no sólo en la sociedad, sino en la vida laboral.

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Pilar Mostalac Nogueras, directora general de la Fundación John Langdon Down (www.fjldown.org), señala que aun cuando en nuestro país existen avances, todavía falta una cultura de aceptación en torno a que las personas que viven en esta condición, tienen los mismos derechos que cualquier ciudadano.

“Debemos seguir impulsando la conciencia pública de dignificación y de respeto a los derechos humanos, como los tenemos todos”.

De acuerdo a la organización My Child Whitout Limits.Org, en el mundo, hasta 1929 la esperanza de vida de una persona que nacía con Síndrome de Down era de nueve años, hoy es de más de 50 años.

Por lo anterior, un gran desafío es lograr una vida productiva e independiente, que en México para este sector de la población, presenta pocas oportunidades por la carencia de una educación adecuada y preparación previa. Pues más allá de los servicios médicos que son indispensables, es importante poner atención en las necesidades particulares de su discapacidad.

Ante esta situación, la institución de asistencia privada Daunis Gente Excepcional tiene como objetivo capacitar a jóvenes y adultos con discapacidad intelectual y Síndrome de Down, a partir de los 18 años, para que desarrollen sus habilidades socioemocionales, que les permitan realizar una vida lo más independiente posible.

Rosalba Urquiza Meza, directora general de Daunis (www.daunis.mx) explica que el único requisito que se necesita es que tanto el alumno como la familia acepten el compromiso de cumplir con una disciplina de horario y jornada de trabajo con la finalidad de que al terminar su capacitación puedan ser contratados de manera formal por una empresa.

“Después de 2 años que los jóvenes están en capacitación buscamos espacios formales en empresas con las cuales tenemos alianzas, pues la idea es que tengan  un trabajo digno con prestaciones de  ley”.

Urquiza Meza señala que participar en los procesos productivos sólo es un pretexto para enseñar un método de trabajo, ya que las personas que han sido capacitadas, se encuentran en puestos de oficina, de administración e incluso en el área de sistemas.

“Aquí en Daunis hacemos los tamales como un medio para autofinanciar nuestro proyecto. Los chicos participan en una parte del proceso, porque la mitad del día estudian y desarrollan en grupo habilidades que les permitan integrarse a la sociedad.

“Lo principal es que ellos se asuman como adultos, que ellos construyan su criterio, ¡claro! con una guía”.

FUENTE/ IMAGEN

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