Jocelyn Díaz / Grupo Cantón
Cerca de 700 personas fueron testigos de una velada que celebró la diversidad de voces, estilos y culturas
Cancún,-La música coral transformó el Teatro de la Ciudad en un espacio de fraternidad y emociones compartidas durante el concierto de clausura del Festival Internacional CoralCun, que en su decimotercera edición reunió a coros de México, Argentina y Ecuador.
Cerca de 700 personas fueron testigos de una velada que celebró la diversidad de voces, estilos y culturas, entrelazadas en un mismo escenario.
La apertura estuvo a cargo del coro de jóvenes del Instituto Tepeyac Xcaret, bajo la dirección de la maestra Neivi Meza, quienes sorprendieron con su calidad vocal al interpretar The Lion Sleeps Tonight y Libiamo de la ópera La Traviata de Giuseppe Verdi, marcando un inicio vibrante.
El público recibió con entusiasmo a Chroma Voices, coro gay de Cancún que hizo su debut en este magno concierto bajo la dirección de Edgar González Salzmann.
Con las piezas Costumbres y El sol no regresa, conquistaron a los asistentes, quienes aplaudieron su fuerza interpretativa.
Desde Ecuador, el Dúo Munay puso un toque íntimo con Rondando tu esquina de Julio Jaramillo y un popurrí de Juan Gabriel que convirtió el teatro en una fiesta colectiva, con palmas y cantos espontáneos que unieron escenario y butacas.
El coro de mujeres Las Magnolias dio muestra de su estilo con Acaríciame de María Conchita Alonso y Mujer contra mujer de Mecano, logrando una conexión especial con el público.
Posteriormente, Lux Aeterna, reconocido en escenarios europeos y dirigido por Rafael Sánchez, ofreció una interpretación impecable de Yo tenía mi cascabel y el icónico Huapango de José Pablo Moncayo.
El turno de VózEres, también bajo la batuta de González Salzmann, desató el baile con un danzón que contagió de alegría al público y a otros coristas.
Más tarde, la participación de Coralía del Viento, proveniente de Córdoba, Argentina, reafirmó el carácter internacional del festival.
El clímax de la noche llegó con la unión de todos los coros sobre el escenario.
Entre aplausos y celulares iluminando la sala, ondearon con orgullo las banderas de México, Ecuador y Argentina para interpretar La Bikina y Cielito lindo, acompañados por el Mariachi Aventurero.
Más de cien voces se fundieron en un canto común que desbordó emoción y dejó una huella imborrable en la memoria de quienes vivieron este concierto de hermandad.