CIUDAD DE MÉXICO.
Leonardo da Vinci (1452-1519) no sólo era un genio, sino también un “simple mortal” que dejó varios proyectos sin terminar, “un hombre peculiar, curioso, obsesivo, juguetón y fácil de distraer”. Era el epítome de la mente universal, “alguien que buscaba comprender toda la creación, sin olvidar cómo encajamos en ella”.
El autor de dos de las pinturas más célebres de la historia, La última cena y la Mona Lisa, se consideraba por igual ingeniero y científico que artista y humanista, apunta el investigador estadounidense Walter Isaacson (1952) en su biografía Leonardo da Vinci, que acaba de publicar en español la editorial Debate.
Tenía capacidad para imaginar, bocetar y diseñar puentes, proyectos para desviar ríos, cañones, cerros, acorazados, máquinas voladoras, edificios públicos y ciudades ideales; pero también realizaba coreografías de espectáculos, producciones teatrales e instrumentos musicales.
Así recuerda quien estudió historia y literatura en la Universidad Harvard al artista polifacético del Renacimiento, que murió un día como hoy hace 500 años. “Rozando el límite de la fantasía, imaginó lo que los demás innovadores inventarían siglos después. Le entusiasmaba mucho la idea de un mundo en constante evolución. Consideraba que su arte, su ingeniería y sus tratados formaban parte de un proceso dinámico”.
HOMENAJE EN SU PAÍS
Hoy se conmemora el quinto centenario de la muerte en Francia de Leonardo da Vinci, pero Italia también se suma a las celebraciones de su genio más universal con numerosas iniciativas en las ciudades en las que vivió, ideó y creó su legado.
El maestro nació en la aldea toscana de Vinci en 1452, pero en su niñez se trasladó con su padre a Florencia. Se puso a las órdenes de los más acaudalados nobles y mecenas de la época y, ya anciano y reputado, acabó su vida en Francia, donde vivió dos años a las órdenes de Francisco I, hasta su muerte.
Por esa razón, tanto Francia como Italia recuerdan al autor de iconos de la pintura universal como La Gioconda, que se conserva en el parisino Museo del Louvre.
Entre otras conmemoraciones, cabe destacar que su natal Vinci reabre hoy el museo ideal de Leonardo y mostrará además un mechón de su pelo, del que se espera sacar material genético para rastrear a sus descendientes.
Además, ofrece un rico programa para conocer su figura y el castillo de los condes Guidi, sede del Museo Leonardiano, viajará a los orígenes de su genialidad exponiendo el considerado primer paisaje que dibujó, prestado por la galería de los Uffizi, de Florencia. Esta ciudad también dedicará al pintor con diferentes muestras, que ahondarán en su visión del mundo.
Milán, donde vivió casi 20 años de su vida y dejó una huella de su talento, como su fresco de La última cena (1495) en el convento de Santa María de las Gracias, también le rendirá tributo.
La urbe ha impulsado su programa Leonardo 500, con exposiciones en la Pinacoteca Ambrosiana, en el Museo de la Ciencia y de la Técnica o en el célebre Castillo Sforza, que reabrirá una sala cuyas paredes, decoradas con vegetación, fueron pintadas por Da Vinci.
El Palacio Real albergará por su parte varias muestras durante todo el año, una de ellas sobre sus dibujos y estudios enciclopédicos sobre la naturaleza, las plantas o la anatomía de los animales.
Y Venecia acogerá en sus Galerías de la Academia una magna exposición sobre la representación de la proporcionalidad humana de Leonardo a través de 25 páginas, entre las que se encuentra, desde luego, el celebérrimo Hombre de Vitruvio.