La temporada pasada el Real Madrid lo tenía todo. Su tridente —Benzema, Bale, Cristiano— estaba bendecido con goles.
Hoy, entre los tres suman diez, cuatro de Cristiano, cuatro de Bale, y dos de Benzema, mientras que Messi lleva 16 y Luis Suárez 11, por poner un ejemplo.
En defensa, no solo se percibía un equipo amurallado con el liderazgo de Sergio Ramos, sino que sus laterales, Marcelo y Carvajal, defendían con rabia y atacaban con audacia, convirtiéndose en dos asistentes fundamentales en el ataque merengue.
Esta temporada, Marcelo ha desaparecido y Carvajal estuvo fuera un tiempo mientras descartaban problemas cardiacos que pusieran en peligro su salud.
Su medio campo funcionaba como un reloj, controlaba el tiempo de acuerdo a sus necesidades. Si debía remontar, apretaba, si debía proteger un resultado, tenía el balón. Casemiro era un todoterreno, recuperaba balones y daba salida al equipo con la ayuda de Modric y Kroos. Hoy, tienen problemas de circulación y pérdida de balón.
Pero si algo hacía diferente al Madrid del resto de equipos en España y Europa, ese era su guardarropa. Zidane tenía una banca espectacular, que funcionaba a la medida, como cortada por un sastre.
Si tenía que revolucionar el partido, metía a los jóvenes Asensio y Lucas Vázquez.
Ellos, impulsados por un hambre de triunfo y de reconocimiento, asfixiaban a cualquier equipo con su dinamismo. Si debía ‘matar’ al rival, tenía a James y Morata.
Eso ha cambiado. Lucas Vázquez y Asensio han perdido frescura. Zidane, feliz por el doblete de Champions y satisfecho con su plantilla, prefirió no fichar, pero dejó ir a James, Morata, y Pepe, que, aunque veterano, metía competencia a sus compañeros.
El Madrid vive la tormenta perfecta. Cristiano y Benzema no tienen gol. Bale acaba de regresar después de una larga batalla con las lesiones.
Marcelo y Carvajal no asisten. Kroos y Modric pierden balones que jamás perdían.
Los suplentes no son determinantes. Y Zidane no puede contrarrestar una enfermedad llamada “campeonitis” que afecta principalmente lo mental y termina reflejándose en lo físico.
Si alguien pregunta qué le pasa al Madrid, dígale que está bajo la tormenta perfecta.
Está a dieciséis puntos del Barça en Liga y en Champions le espera el PSG.
Si quiere la Copa, tendrá que enfrentar al Barça o esperar un milagro celta.
Le queda un mes. Un mes para salir de la crisis o asumir que esta temporada no llegará nada.
Con información de CNN