Por: Oly Santiago / GRUPO CANTÓN
Si tienes un cafecito a la mano, te invito a acompañarlo con esta reflexión. ¿Alguna vez te has preguntado para qué sirve filosofar? Quizá pienses que es cosa de intelectuales, libros polvorientos o discusiones interminables, pero filosofar está más cerca de tu vida diaria de lo que imaginas.
En palabras de Sócrates, considerado padre de la filosofía occidental: “Una vida sin examen no merece la pena ser vivida.” Es decir, se trata de reflexionar sobre nuestras decisiones y valores, de preguntarnos quiénes somos y cómo queremos vivir. Por ello, vivir con filosofía es sinónimo de vivir con intención y autenticidad.
Piénsalo a sorbitos, en la vida cotidiana, filosofar es detenerse un momento para cuestionar lo que damos por sentado, para no actuar en piloto automático. ¿Quién es una persona exitosa? ¿Qué es la vida buena? ¿En un mundo con tanta injusticia, se puede ser feliz?
Si tu mejor amigo tuviera una enfermedad terminal y te hubiera hecho prometer que nunca le mentirías, pero su familia se opone a que lo sepa, ¿se lo dirías?
Es como ese café que nos despierta y nos pone alerta para el resto del día. Cuando te enfrentas a dilemas éticos, requieres del entrenamiento filosófico para actuar mejor.
¿Alguna vez has dejado de comprar algo, salir con alguien o ver una película porque una persona simplemente comentó que no le gustó? Precisamente, la filosofía nos libera de prejuicios y de la dependencia intelectual, y nos invita a pensar con autenticidad y a definir nuestros propios criterios al elegir.
Filosofar nos abre la mente y el corazón, o, en palabras de Kant: “Es la salida del ser humano de su minoría de edad.”
La próxima vez que saborees tu café, te invito a hacerte esta sencilla pero poderosa pregunta: ¿mi pensamiento ha superado la minoría de edad?
Ese pequeño cuestionamiento puede ser el primer sorbo de un gran cambio, que Kant llamaría “Sapere Aude” (atrévete a saber).
Sugerencia para un buen café filosófico: ¿Qué es la Ilustración? Un texto de Kant que, como un buen café, despierta la mente y nos impulsa a alcanzar la mayoría de edad en nuestros pensamientos cotidianos.
¡Hasta el próximo cafecito!
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