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26 abril, 2024

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TIBURONEANDO

ARMANDO TIBURCIO
La libanesa del Caribe

Cuando manifesté a Latifa mi interés por hurgar en el complejo crisol de orígenes, usos, costumbres y tradiciones de las culturas que van dando cuerpo a la identidad de nuestro Caribe, de inmediato me allegó invaluable información bibliográfica sobre la migración libanesa hacia la península.
Largas y fluidas horas de charla y café siguieron para dar muestra de su satisfacción al rememorar hechos, anécdotas, vínculos familiares e historias sobre sus ancestros, migrantes sistémicos. Procedemos de los fenicios, me decía, con un discreto dejo de altivez mal disimulado; aunque la presunción más atrevida era recalcar la buena manufactura de los ‘kibis’ en su cocina.
Los recuerdo como los encuentros más relajados y emotivos que tuvimos, en contraste con el incendiado estallido cuando de vena política se trataba. Ama de casa, bondadosa y con historia, que tornaba en una garra.
Heredera de culturas múltiples, al estilo de la región, Latifa Muza Simón lo exteriorizaba majestuosa: chetumaleña a mucha honra, forjada en el aislado batallar de los años jóvenes; yucateca de sepa y porte, en el concepto más peninsular del término, y libanesa inocultable por los cuatro costados.
La presencia libanesa en nuestro entorno caribeño es más que evidente, pero también es obvio que su historia tiene un pendiente y estará por escribirse.
Una orgullosa y fiel representante de su estirpe se ha ido. Antes, supo anidar en la memoria.

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