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26 abril, 2024

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La pereza (segunda y última parte)

Hablar de la pereza es hablar de algo sumamente conocido en la vida de todos, no estamos exentos aunque hay variantes y excepciones.

Hablar de la pereza es hablar de algo sumamente conocido en la vida de todos, no estamos exentos aunque hay variantes y excepciones.

Encontramos pereza en una de las instituciones donde ésta debería de estar erradicada pues es el semillero de ciudadanos, la escuela. El docente que pide al alumno una carga increíble de resúmenes, para después no revisarles y concretarse a marcar con una paloma señalando que ha dado su venia por la “excelente” tarea, fortaleciendo únicamente la pereza y cualquiera de sus vicios.

Pereza en los políticos por caminar las calles de la ciudad que les eligió, y percatarse en carne propia las carencias que se necesitan cubrir prontamente, o aquello que funciona mal.

Podríamos seguir enlistando miles de acciones perezosas pero la problemática va más allá, ¿Por qué asumimos la pereza como parte de nuestro yo?

Nuestra estructura mental está tan acostumbrada visualmente a encontrar rasgos de pereza por todos lados que, no encuentra diferencias en el esquema mental de lo que debería de ser y lo que no. Desde una casa hasta una oficina o la misma institución pueden tener a simple vista, las características más comunes de los rasgos de la pereza: desorden, suciedad, desorganización y aunado a ello las manifestaciones de la misma: engaño, lucro,  ruindad, mezquindad, alevosía, irresponsabilidad, entre otras más.

Por ello, nos encontramos en un círculo vicioso a nivel social, arraigándose formas y costumbres que son el reflejo de los problemas de las grandes urbes. Cancún no se merece esto, era de esperarse que todo aquél que llegará a esta ciudad viniera con una nueva visión de la vida sin pereza. Aún podemos cambiar.

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