PAN–MC: la alianza que nadie pidió
Se rumora que viene una nueva alianza para vencer a morena.
La alianza PAN–Movimiento Ciudadano parece más un matrimonio por conveniencia que una visión compartida de país. Y lo peor: ni siquiera está claro quién se beneficia realmente.
Por un lado, está el PAN, un partido que alguna vez fue sinónimo de alternancia, pero hoy se desmorona entre discursos reciclados, dirigencias sin alma y una militancia que ya no sabe si pelear con la ultraderecha o con la realidad. Y del otro, Movimiento Ciudadano, ese partido que aprendió a hacer política en TikTok, con candidatos frescos, pero a veces tan ligeros que se desvanecen en la siguiente tendencia.
Una coalición entre ambos no solo es compleja: es casi contradictoria. Uno representa el pasado conservador que intenta sobrevivir bajo nuevas banderas, el otro vende modernidad, pero sin historia ni raíces profundas. Lo que uno tiene de estructura, el otro lo presume de “cool”, y ahí está el dilema: ¿cómo se mezclan la rigidez de la vieja derecha con el desparpajo naranja que todavía no madura?
Las alianzas no se construyen con hashtags ni con nostalgia. Se construyen con propósito. Y hasta ahora, lo único que une al PAN y a MC es su miedo a quedarse fuera del mapa político ante una izquierda consolidada y un oficialismo con rumbo claro.
Si el PAN busca oxígeno en MC, se equivoca de tanque: Movimiento Ciudadano no respira aire nuevo, sino marketing. Y si MC cree que puede absorber al panismo, pronto descubrirá que los votos azules pesan, pero ya no inspiran.
La alianza podría ser un experimento interesante si hubiera visión, liderazgo y narrativa común. Pero sin eso, solo es un collage electoral: un intento desesperado por no morir en soledad.
En política, no basta sumar logos. Hay que sumar causas. Y mientras el PAN sigue mirando hacia atrás y MC hacia el espejo, el país sigue avanzando… sin ellos.
