Seguramente habrás notado en los últimos años lo macabro que se ha vuelto el paisaje urbano de Halloween, con nuestros jardines decorados con esqueletos gigantes, cadáveres.
El simbolismo parece bastante claro: siguiendo el ejemplo de Estados Unidos, aspiramos a convertirnos en un culto a la muerte.
El mundo ya ha visto esto antes, y generalmente no termina bien.
Algo en su equivalente de la época impulsó a los aztecas a aumentar drásticamente la magnitud de sus sacrificios humanos en los años previos a la llegada de Hernán Cortés; en Tenochtitlán.
Bernal Díaz, un soldado de la legión de Cortés, escribió posteriormente:
“Recuerdo que en una plaza, donde había varios altares, tenían tantas calaveras de muertos que, según su disposición, se podían contar; cuando aparecieron, había más de cien mil; y repito, cerca de cien mil. Y en otra parte de la plaza, había tantas filas de huesos sin carne, huesos de muertos, que era imposible contarlas; y habían colgado muchas cabezas de vigas, de un extremo al otro. Tres sacerdotes, que, según entendemos, estaban a cargo de ellos, custodiaban estos huesos y calaveras…”.
Cortés había llegado a México en abril de 1519 con una fuerza expedicionaria de unos 500 soldados, y para agosto de 1521, todo había terminado.
Había conquistado el imperio de un millón de aztecas y comenzado la demolición sistemática de sus monumentos, incluyendo el Gran Tzompantli, donde exhibían sus miles de trofeos.
Hoy, un grupo selecto de individuos intenta desmantelar el tejido social de nuestro país.
Esto es la obra exclusiva de la red de ONG de Soros, que desvía el dinero de los contribuyentes a numerosas ONG e programas gubernamentales que proporcionan beneficios gratuitos a una clase de parásitos dependientes del partido.
Conoces los nombres de la mayoría de los actores clave involucrados, y cada día se revelan nuevos miembros.
El culto a la muerte es visible en nuestra región.
Muy similar a cuando Cortés entró en México y desencadenó una serie de acontecimientos que pusieron fin a la cultura cruel y despótica.
El mundo actual se acaba y uno nuevo está llegando.
Está enteramente en nuestras manos si lo construimos o si somos sometidos a él.

