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diciembre 05, 2025

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La educación vial, el tránsito y el turismo

Por Sara Rincón Gallardo y García / GRUPO CANTÓN
Presidenta de la Sociedad Protectora de Animales Luum Balicheo A.C.

En México vivimos un verdadero desorden vial. La educación vial prácticamente no existe: no hay cursos obligatorios, y las licencias se entregan a cualquiera sin exigir preparación ni responsabilidad. Esto provoca un caos constante en las ciudades, agravado por una movilidad deficiente y la falta de planeación urbana.

Cuando una ciudad no cuenta con ingenieros especializados en movilidad urbana o urbanistas, el resultado es evidente: tráfico, accidentes y un entorno desordenado.
Estos profesionales son quienes deben realizar estudios sobre las avenidas, calles y flujos vehiculares, considerando los pasos peatonales, accesos para personas con discapacidad, zonas escolares, parques y drenajes. Incluso los paisajistas tienen un papel importante, pues contribuyen a mejorar la calidad visual y ambiental de la ciudad.

Es fundamental que en este trabajo participen las direcciones de tránsito, los ciudadanos, los arquitectos e ingenieros, para lograr una movilidad eficiente y segura.
Además, como destino turístico, debemos ofrecer a quienes nos visitan una experiencia segura y ordenada. El turista debe sentirse tranquilo y bien informado sobre cómo desplazarse por la ciudad.

Para lograrlo, se deben capacitar los cuerpos de tránsito y policías, actualizándolos sobre los nuevos cambios viales.
También es urgente crear una Academia de Educación Vial, donde los ciudadanos puedan tomar cursos obligatorios para obtener su licencia de conducir, tanto particulares como chóferes del servicio público. Solo quienes aprueben estos cursos deberían recibir su licencia. Esto permitiría un mayor control y conciencia entre los conductores.

Cancún ha crecido de manera impresionante, pero desordenada.
Urge una solución integral que abarque tanto la movilidad como la cultura vial. Necesitamos una ciudad bien pavimentada, limpia y ordenada, donde no haya basura, escombros o animales muertos en las calles. Deben colocarse botes de basura, reparar banquetas y eliminar los baches que provocan accidentes y daños a los automóviles.

Además, es necesario señalizar correctamente las calles, evitando los complicados nombres por manzanas o lotes. Nombres sencillos —inspirados en la naturaleza, animales o planetas— serían mucho más prácticos y agradables.

Una ciudad con educación vial y respeto por sus normas no solo es una ciudad más segura, sino también un mejor lugar para vivir y un orgullo para quienes la visitan.

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