En Quintana Roo, el fraude inmobiliario se ha vuelto una práctica más frecuente de lo que muchos imaginan, especialmente a través de redes sociales como Facebook.
En la sección de Marketplace es común encontrar anuncios de casas y terrenos “a precios de oportunidad”, pero no todas esas ofertas son reales.
Detrás de muchas publicaciones se esconden estafadores que se aprovechan de la necesidad o del deseo de encontrar una vivienda barata.
El primer signo de alerta es el precio. Cuando una propiedad se ofrece a la mitad de su valor comercial, algo no encaja.
Es cierto que pueden existir urgencias económicas que motiven una venta rápida, pero difícilmente una reducción tan drástica.
En Quintana Roo, todas las transacciones deben basarse en un avalúo oficial emitido por un perito valuador certificado.
Este documento determina el valor real de la propiedad y sirve como base para calcular impuestos y escriturar. Por eso, si alguien ofrece una vivienda muy por debajo del precio de mercado “para ahorrar impuestos”, lo más probable es que no diga la verdad.
Otro indicador de fraude es cuando el vendedor no acepta créditos de INFONAVIT o préstamos bancarios.
Estos mecanismos exigen verificar la legalidad del inmueble antes de aprobar un crédito, algo que los estafadores no pueden cumplir. Suelen justificarlo con frases como “así se evita pagar más impuestos”, pero en realidad buscan evadir cualquier revisión oficial.
Un tercer foco rojo son las ventas en pagos o los acuerdos donde te permiten “entrar” a la vivienda tras entregar un anticipo.
Que alguien tenga las llaves no significa que sea el propietario. Antes de entregar dinero, revisa la documentación con un abogado y confirma en el Registro Público de la Propiedad y del Comercio a nombre de quién está el predio; el trámite es gratuito.
En Cancún y otras ciudades del estado, donde hay gran movilidad de población, estas estafas se han multiplicado. Algunas personas invaden viviendas abandonadas, las pintan, las amueblan y las anuncian como si fueran suyas.
Por eso, antes de dejarte llevar por una “oferta irresistible”, investiga, asesórate y desconfía. En el mercado inmobiliario digital, lo barato casi siempre sale caro.