Prepara tu café para disfrutar el recuerdo de quienes ya no están. Te acompaño compartiendo algunas ideas para pensar la muerte desde algo que los mexicanos tenemos muy arraigado: el goce.
Analicemos a sorbos si recordar también es una forma de seguir amando.
Epicuro, justo el filósofo del placer y la serenidad, nos recuerda que “la muerte no es nada para nosotros”. No debemos temerle, dice, porque mientras vivimos, ella no está presente; y cuando llega, ya no somos.
La muerte no se siente: solo la vida puede temerla, nombrarla y llorarla. Entonces, ¿a qué le tememos: a la muerte o a la vida?
Entre sorbo y sorbo, podemos aprender a reconciliarnos con la idea de que la muerte no anula el sentido, sino que lo revela. Heidegger, filósofo alemán, consideraba a la muerte como una compañera constante, una posibilidad que da sentido a nuestra vida.
Porque sabemos que vamos a morir, actuamos; y porque sabemos que otros van a morir, somos de una forma u otra con ellos.
María Zambrano nos brinda también una herramienta poderosa al escribir que “la muerte no tiene la última palabra, porque mientras alguien recuerde, la vida continúa en otro modo”.
Simone de Beauvoir decía al respecto: “morir no es solo dejar de vivir, sino dejar de ser mirada, amada, recordada”. Lo que nos confronta con la idea de que la muerte empieza cuando dejamos de estar presentes en la vida de los otros.
En ese sentido, ¿no crees que existen muchos más muertos en vida de los que ya se fueron?
Por ello, es importante reflexionar sobre cómo queremos recordar y ser recordados. Montaigne nos sugería con serenidad: “filosofar es aprender a morir”.
Deja que el aroma del café y el recuerdo de tus muertos te acompañen.
No para entristecerte, sino para recordarte que vivir, realmente vivir, es saber que, mientras somos finitos, contamos con la libertad de mantener vivos a nuestros seres amados o admirados.
Sugerencia para un buen café filosófico:
Leer “Una muerte muy dulce”, de Simone de Beauvoir, un libro íntimo, sencillo y profundamente humano sobre la despedida y el amor.
¡Hasta el próximo cafecito!