En el Perú, seis presidentes fueron destituidos en siete años. El Congreso usó la “incapacidad moral” para removerlos, y la política se devoró a la justicia. En Paraguay, Ecuador y Brasil ocurrió lo mismo: cuando la ley pierde independencia, la economía pierde estabilidad. Miles de empleos, inversiones y proyectos desaparecieron tras esas crisis institucionales.
México enfrenta hoy el riesgo inverso. Con la reforma al Poder Judicial y la modificación a la Ley de Amparo, podríamos pasar de destituir presidentes a no poder destituir ninguno, aunque viole la ley. Si los jueces son electos por voto político y el amparo se limita, la justicia dejará de ser árbitro para convertirse en brazo del poder.
Las calificadoras internacionales ya lo observan: Moody’s advierte deterioro institucional. Cuando el Estado de derecho se debilita, se retrasa la inversión, el peso pierde valor y el turismo se frena. Nadie invierte donde la ley es incierta ni viaja donde la justicia se calla.
Aún no es tarde. El empresariado y la sociedad civil podemos frenar este deterioro si actuamos con estrategia: financiar litigios, exigir revisión constitucional, documentar los daños y mantener la presión pública. Si dejamos sola a la justicia, perderemos país; pero si la defendemos, salvaremos la ley, la inversión y el futuro.
Porque un país sin justicia no muere por política, muere por silencio.
¡Hasta la próxima semana, con nuevos retos y oportunidades!
Sin miedo a la cima, porque el éxito ya lo tenemos.
In Peru, six presidents were removed in seven years. Congress used the excuse of “moral incapacity,” and politics devoured justice. The same happened in Paraguay, Ecuador, and Brazil: when law loses independence, economies lose stability. Thousands of jobs, billions in investment, and public trust vanished amid institutional breakdown.
Mexico faces the opposite risk. With the new Judicial Reform and the changes to the Amparo Law, we may move from removing presidents to being unable to remove any, even when laws are violated. If judges are elected through political votes and citizens lose access to amparo, justice stops being a referee and becomes an instrument of power.
Credit agencies are already watching. Moody’s warns of institutional weakening. When the rule of law erodes, investment slows, currencies devalue, and tourism declines. No one invests where law is uncertain or travels where truth is silenced.
But it’s not too late. Business leaders and civil society can still act—by funding legal defenses, demanding constitutional review, documenting the damage, and keeping public pressure alive. If we abandon justice, we lose our nation. If we defend it, we preserve the law, investment, and our future.
Because a country without justice doesn’t die from politics—it dies from silence.
Until next week, with new challenges and opportunities!
Fearlessly reaching the top, because we already have success.
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