Enrique Vázquez Navarro aterrizó en Quintana Roo para presentar su “informe” legislativo, aunque la palabra “informe” supone que hizo algo. Como no había nada que mostrar, convirtió el acto en lo único que domina: una pasarela de padrinos.
Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal y Manuel Velázquez desfilaron como si su presencia pudiera llenar el vacío político que lo acompaña desde que llegó al Congreso sin un solo voto y sin una sola raíz en el estado.
No es sorpresa que en Quintana Roo nadie lo conozca. Su nombre jamás aparece vinculado a iniciativas, debates o causas ciudadanas. Su presencia legislativa es tan leve que si desapareciera dos meses, quizá ni el tablero electrónico lo notaría.
Eso sí, cuando por fin figuró en la prensa nacional, no fue por defender a la gente ni por impulsar una ley, sino por un acto de obediencia: votar para proteger el fuero de Cuauhtémoc Blanco.
Ese fue su “momento estelar”: servir a un aliado, no a un pueblo.
Y ahora quiere gobernar Tulum. Nada menos que Tulum: un municipio donde convergen la crisis ambiental, la depredación inmobiliaria, la corrupción histórica y la presión turística. Un territorio que exige carácter, arraigo y valentía política.
Y él llega como turista de ocasión, con padrinos de lujo y un CV lleno de silencios.
Su “informe” lo retrató sin filtros: muchos invitados, cero resultados. Una radiografía del político accesorio que existe porque alguien lo acomoda, no porque la ciudadanía lo respalde.
Cada aplauso que recibió estaba prestado, igual que su proyección y su narrativa. Porque si algo ha demostrado Vázquez Navarro es que su carrera no se sostiene sobre logros, sino sobre alineamientos, favores y oportunidad ajena.
La pregunta incómoda es simple:
Si no tuvo el valor de defender a Quintana Roo desde su curul, ¿qué lo hace creer que podrá defender a Tulum desde la alcaldía?
Y la frase que muchos ya se hacen en voz baja, pero que alguien tenía que decir en voz alta:
Tulum no necesita un alcalde improvisado; él es quien necesita desesperadamente una alcaldía para dejar de ser lo que siempre ha sido: un desconocido con padrinos… pero sin pueblo.
X:@IrmaRibbon