El Partido Acción Nacional intentó este fin de semana un “relanzamiento” que prometía renovación. Pero, en realidad, solo presentó un nuevo logo. No hubo proyecto, no hubo visión, no hubo sustancia. Lo único que ofrecieron fue un eslogan reciclado: Patria, Familia y Libertad. Tres palabras que parecen más un eco del pasado que una propuesta para el futuro.
El lema suena bonito, pero detrás se esconde un discurso gastado, alineado con la ultraderecha que hoy representan Javier Milei y Donald Trump: líderes que gritan “libertad” mientras restringen derechos, que invocan “familia” para negar diversidad, y que usan la palabra “patria” para dividir.
En nombre de esos tres conceptos, el PAN retrocede. Porque hablar de Patria sin justicia social es solo nacionalismo hueco. Defender la Familia sin reconocer todos los tipos de amor es imponer un modelo único de vida. Y gritar Libertad mientras se ataca el derecho de las mujeres a decidir o se niega el derecho de las personas a definirse por su identidad o su orientación, es una farsa moral.
Hoy el PAN dice defender valores, pero lo que protege son prejuicios. Habla de orden y principios, pero lo hace con el mismo guion que usan los movimientos que quieren volver a encerrar a las mujeres en la cocina y a la diversidad en el clóset. Pretenden revivir una idea de México que ya no existe, ni debe volver.
México necesita una oposición moderna, no un coro religioso. Necesita ideas, no rezos. Propuestas, no dogmas. La verdadera patria se construye con derechos. La verdadera familia es la que se elige y se respeta. Y la verdadera libertad no tiene miedo de la diferencia.
El relanzamiento del PAN no fue un salto hacia adelante, fue un paso atrás. Presentaron un logo, pero siguen sin proyecto. Porque mientras sigan anclados en el pasado, seguirán sin entender el país que dicen querer gobernar.