La reforma que garantizaría el acceso libre a las playas públicas de Quintana Roo está secuestrada en el Senado.
La iniciativa, impulsada por Diego Castañón y aprobada por la Cámara de Diputados (465-0 votos) el 1 de octubre de 2025, llegó a la Comisión de Turismo… y ahí se congeló.
Cinco semanas sin dictamen, sin sesión y sin una sola línea de avance.
Todo bajo la presidencia del senador Eugenio “Gino” Segura Vázquez, autoproclamado “liderazgo turístico”, pero convertido en portero de intereses privados.
Mientras Segura recorre el estado en modo precampaña rumbo a 2027, se toma fotos, da discursos y presume “trabajo territorial”, la reforma que frenaría cobros ilegales, barreras disfrazadas de ecología y accesos privatizados permanece detenida.
Lo urgente no entra en su agenda; lo útil para su proyecto político, sí.
La gobernadora Mara Lezama abrió accesos físicos en Tulum, pero sin respaldo legislativo, esos avances pueden desaparecer.
Lo que hoy está abierto puede cerrarse mañana si el Senado sigue apostando a la omisión.
La reforma es clara: crear un Registro Nacional de Accesos a Playa, prohibir cobros arbitrarios y blindar legalmente lo que es de todos.
El estancamiento, en cambio, beneficia a los mismos de siempre: hoteleros expansivos, operadores privilegiados y estructuras federales como Grupo Mundo Maya, que celebran cada retraso.
Segura entiende perfectamente lo que implica mover —o no mover— este dictamen.
Y por eso pesa su silencio. Quien aspira a gobernar Quintana Roo no puede darse el lujo de abandonar la defensa del litoral… salvo que sus alianzas dependan de mantener la playa como moneda de negociación.
No es descuido: es cálculo.
No es técnica: es política.
Y el costo lo pagamos todos.
Su inacción pone en riesgo la reforma y también la gestión del presidente municipal de Tulum, Diego Castañón, quien ha defendido los accesos públicos con esfuerzo real.
Si el Senado no actúa, esa defensa quedará vulnerable y el derecho ciudadano a caminar la costa dependerá del humor del siguiente funcionario o consorcio.
Tulum ya conoce esa historia.
Quintana Roo no tiene por qué repetirla.
Y si Segura continúa jugando para 2027, será recordado como el senador que sacrificó las playas públicas por su propio proyecto político.