¿Café o ponche? No importa la preferencia: en esta época navideña todo se disfruta más a sorbos.
La gente regala cosas, palabras o tiempo para agradecer a quienes son, de una forma u otra, parte de su vida. Pero, ¿qué significa agradecer? Comte-Sponville plantea que es una “virtud feliz”, un sentimiento que ilumina.
Uno piensa: ¿pero por qué agradecer todo?
Primer sorbo: ¿por qué etiquetaríamos como buenas o malas las cosas que nos ocurren? Para este filósofo, agradecer es contemplar la vida “con menos resentimiento y más luz”. Es encontrar lo bueno incluso en lo difícil; así convertimos el agradecimiento en una alegría lúcida, un reconocimiento libre del bien recibido.
¿Cuál es el bien que más agradeces? ¿La familia, esa pequeña mascota, la sonrisa de un niño, la vida misma? Agradecer es, entonces, mirar la existencia con apertura, sin dureza, con el corazón dispuesto.
El agradecimiento no es solo una virtud moral, sino también una emoción profunda: una manera de celebrar la existencia con todo lo que ésta conlleva. Bertrand Russell dice que, en una época marcada por el individualismo, gran parte de la infelicidad proviene de la atención obsesiva al yo.
La gratitud, en cambio, es un movimiento de apertura, una forma de desplazar la mirada hacia aquello que ya nos sostiene. El agradecimiento aparece como una fuerza silenciosa pero transformadora, capaz de unir a las personas y dar profundidad a nuestra existencia.
Para la filósofa del cuidado, Carol Gilligan, la virtud del agradecimiento no surge de las reglas, sino de las emociones y del cuidado mutuo. No se trata de ordenar “¡di gracias!”, sino de sugerir “siente el agradecimiento”. Es una manera de estar en el mundo, de reconocer nuestra fragilidad, nuestra interdependencia y la belleza de lo recibido.
En otro sorbo, la filósofa Martha Nussbaum plantea que las virtudes que practicamos reflejan nuestras razones; es decir, la gratitud revela lo que valoramos y la manera en que dependemos de otros para florecer. A partir de nuestro agradecimiento reconocemos nuestra interdependencia positiva. En pocas palabras: “dime qué agradeces y te diré quién eres”.
Sugerencia para un buen café filosófico: Pequeño tratado de las grandes virtudes, capítulo 10, de André Comte-Sponville.
¡Hasta el próximo cafecito!

