Roberto Lemus / Grupo Cantón
Especialistas advierten que la obra habría cruzado sistemas subterráneos de valor científico y detonaría un desarrollo urbano desordenado.
Tulum.— La clausura del proyecto de libramiento vial en plena Selva Maya fue recibida como una victoria ambiental por espeleobuzos, especialistas y activistas que durante meses alertaron sobre el grave riesgo que representaba para el acuífero y los sistemas de cuevas más importantes del país.
De haberse concretado, la obra habría impactado zonas altamente sensibles como Sac Actun, Ox Bel Ha, Nariz, Dream Gate y áreas próximas a Hoyo Negro, sitios de valor científico incalculable donde incluso el INAH ha realizado documentales por su riqueza arqueológica y paleontológica.
El trazo del camino proyectado pasaba directamente sobre túneles inundados, cavernas frágiles y cenotes de relevancia mundial, poniendo en riesgo no solo su estructura natural, sino la calidad del agua que abastece a toda la región. Para ambientalistas y exploradores, este libramiento habría significado un ecocidio irreversible en un territorio cuya importancia ecológica ha sido ampliamente documentada.

Además del daño directo, especialistas advirtieron que la apertura del camino facilitaría la fragmentación de la selva y detonaría un modelo de desarrollo basado en la especulación inmobiliaria, con potencial llegada de hoteles, condominios, balnearios y campos de golf en áreas que permanecen intactas.
“El libramiento habría cruzado sistemas subterráneos de una belleza extraordinaria y de enorme fragilidad”, señaló el espeleobuzo Pepe Urbina, quien explicó que el impacto no solo sería físico, sino detonador de un crecimiento urbano desordenado sobre ecosistemas aún inexplorados.
Ante la gravedad del riesgo, la comunidad de espeleobuceo, académicos y especialistas en derecho ambiental llevaron evidencia a la Profepa y a dependencias estatales, subrayando la importancia del acuífero y de las especies endémicas que dependen de este corredor ecológico subterráneo. Finalmente, las autoridades determinaron la clausura de la obra.
Los ambientalistas calificaron la decisión como “una batalla ganada”, aunque advierten que la amenaza no ha desaparecido. Consideran que podrían surgir nuevos intentos de impulsar proyectos similares sin estudios adecuados, por lo que llaman a la ciudadanía a mantenerse alerta, informada y participativa.
Sostienen que Tulum requiere soluciones de movilidad y planeación urbana, pero no a costa del ecosistema que sostiene la vida en la región. La conservación del acuífero —coinciden— es la garantía más justa y necesaria para las generaciones presentes y futuras.


