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diciembre 09, 2025

Cancún

Benito Juárez entre la fiesta y la realidad juvenil del alcoholismo

Redacción / Grupo Cantón 

Gracias al trabajo de instituciones y grupos de apoyo, cada vez más personas encuentran ayuda y caminos de recuperación.

CANCÚN.- En uno de los destinos turísticos más emblemáticos del Caribe mexicano, donde millones de visitantes encuentran descanso, celebración y esparcimiento, se desarrolla una realidad menos visible pero profundamente humana: el consumo de alcohol entre jóvenes, mujeres y adultos que, en muchos casos, enfrenta a las familias a una lucha silenciosa y compleja.

Cancún, símbolo de belleza natural y hospitalidad, también es hogar de miles de habitantes que conviven con una problemática que no distingue edad ni condición.

El alcoholismo juvenil, agravado por un consumo cada vez más temprano, se ha convertido en un desafío que exige atención comunitaria, prevención y acompañamiento integral.

El inicio temprano del consumo: una tendencia que preocupa: Especialistas del Centro de Integración Juvenil (CIJ) de Cancún señalan que, aunque existen esfuerzos constantes de prevención y atención, la edad de inicio continúa reduciéndose.

La directora del centro, Liliana Negrete Estrella, explica: “Muchos jóvenes no identifican al alcohol como una sustancia de riesgo. Lo utilizan para socializar sin medir consecuencias, y algunos empiezan desde los 13 o 14 años.”

La combinación de vida social activa, facilidad de acceso y falta de percepción de daño contribuye a que el consumo en edades tempranas evolucione, en algunos casos, hacia patrones que requieren intervención profesional.

Menciona, que el impacto familiar: una realidad que toca a todos los sectores: De acuerdo con cifras del INEGI, el alcohol está presente en un importante porcentaje de situaciones familiares conflictivas.

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Cada caso implica historias personales distintas: padres preocupados, adolescentes con dificultades escolares, adultos que intentan dejar el hábito y jóvenes que apenas comienzan a trabajar o estudiar.

El consumo problemático no es un fenómeno aislado: afecta a los vínculos, altera dinámicas familiares y, en ocasiones, se mezcla con otras situaciones emocionales o sociales.

Lo que inicia con un consumo ocasional puede transformarse, sin que se note, en un problema mayor.

Jóvenes que parecen estar bien, pero necesitan ayuda

En el CIJ, la mayoría de los casos atendidos corresponden a jóvenes de 14 a 19 años que mantienen actividades normales: estudian, trabajan o cumplen rutinas cotidianas.

Esta funcionalidad puede retrasar el reconocimiento del problema.

Negrete Estrella agrega: “Muchos no perciben daño hasta que enfrentan consecuencias como bajo rendimiento, conflictos, accidentes o dependencia.”

El reto, coinciden especialistas, es fortalecer la cultura de prevención para evitar que el consumo temprano escale hacia situaciones de riesgo físico o emocional.

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Unos integrantes de Alcohólicos Anónimos: testimonios que revelan la profundidad del problema

En los grupos de Alcohólicos Anónimos (AA) de Cancún, el aumento de jóvenes en busca de ayuda ha sido notable. en una entrevista con I.F., integrante de la Central Mexicana de Servicios Generales, comparte: “Nos sorprende ver que hoy llegan jóvenes de 16 a 20 años con consumos más intensos que los que veíamos en adultos hace años.”

Cada grupo de AA opera con atención voluntaria, y sus reuniones se llenan a diario.

Aseguran que muchos jóvenes no solo llegan por alcohol, sino también por otras sustancias que aceleran el deterioro emocional y físico.

“Cuando ya no pueden conseguir droga, recurren al alcohol para tranquilizarse. Esa mezcla es devastadora,” comenta I.F.

Pese a ello, destacan que muchos logran reintegrarse a la escuela o al trabajo una vez que se mantienen en el programa.

Un esfuerzo comunitario en expansión: En la zona de Cancún y municipios cercanos operan alrededor de 120 grupos activos de AA, todos con asistencia constante.

El trabajo es solidario: no se cobra, no se condiciona y el acompañamiento se basa en principios como humildad, tolerancia y agradecimiento.

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I.F. subraya: “La ciencia avanza mucho, pero aún no existe una cura para la obsesión por beber. Nuestro trabajo es acompañar a quien busca un camino de recuperación.”

Historias desde el Grupo 24 Horas Benito Juárez

En un anexo de puertas abiertas trabajan jóvenes y adultos que buscan recuperar sus vidas. Mario, uno de los integrantes del lugar, observa un patrón que se repite: “Hoy vemos jóvenes de apenas 13 años que ya han probado varias sustancias. Algunos llegan incluso desde otros estados o países cercanos”.

Los latinos no solo llegan por el ambiente festivo, sino también por el entorno social, lo que provoca que personas de diversos países se unan a este flujo: Colombia, Panamá, Argentina, Sudáfrica, así como los más cercanos —Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Perú y Bolivia—. Entre los centroamericanos, señala, se encuentran los grupos más afectados por problemas de alcoholismo y drogadicción.

A ellos se suman también visitantes de Estados Unidos, Canadá y otras naciones, según relataron entrevistados que prefirieron permanecer en el anonimato.

Antes la gente llegaba por cerveza; ahora por drogas más agresivas.

Las razones detrás del consumo son diversas: soledad, presión social, problemas familiares, búsqueda de pertenencia o simplemente curiosidad. Los lugares donde inician, también: parques, escuelas, zonas concurridas y espacios donde los adultos no imaginan que ocurre.

Francisco: una historia de caída y recuperación

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A los 34 años, Francisco llegó al grupo tras una vida marcada por el alcohol y otras sustancias. “Perdí familia, amigos y estabilidad. En un anexo de puertas cerradas sufrí maltrato y salí peor.”

Su experiencia cambió en el Grupo 24 Horas Benito Juárez: “Aquí nadie me golpeó ni me pidió dinero. Solo encontraron la manera de ayudarme. Hoy llevo casi dos años en sobriedad.”

Su testimonio, como el de muchos otros, refleja que la recuperación es posible cuando existe un ambiente de respeto y acompañamiento.

Un llamado respetuoso: prevenir, acompañar y atender

Francisco y Mario coinciden en una advertencia que no busca alarmar, sino generar conciencia: “La droga y el alcohol están muy cerca de los jóvenes. Si ya empezaste y no puedes parar, pide ayuda. No esperes llegar a un punto donde regresar sea difícil.”

Cancún, orgulloso de su gente y su diversidad, enfrenta este reto con el compromiso de instituciones, grupos de apoyo y familias que trabajan para proteger a las nuevas generaciones.

La problemática del alcoholismo no define al destino, pero sí invita a reflexionar sobre la importancia de prevenir, orientar y acompañar.

El desafío es grande, pero también lo es la capacidad de la comunidad para unirse, atender y transformar realidades, así confirman casa historia de los afectados.

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