REDACCIÓN / GRUPO CANTÓN
FELIPE CARRILLO PUERTO.- Los campesinos mayas continúan reafirmando su compromiso con la agricultura regional mediante la observación y análisis de las cabañuelas mayas, una práctica ancestral que juega un papel crucial en la seguridad alimentaria. En el marco de este esfuerzo, el colectivo Xok k’iin, que en 2025 celebra dos décadas de trabajo junto a la comunidad milpera, sigue contribuyendo al desarrollo de estrategias para la producción agrícola a partir de este sistema de predicción meteorológica.
Bernardo Caamal, integrante de dicho colectivo, destacó que tras varios años de trabajo en la recopilación de datos provenientes de diversas regiones del territorio maya peninsular, el colectivo se encuentra ahora en la fase de xixtaj o análisis de los registros obtenidos. Esta fase consiste en el estudio colectivo de los datos, que se lleva a cabo en un proceso colaborativo en el cual los miembros del grupo recuperan y comparten saberes ancestrales para comprender mejor los patrones climáticos y su impacto en los cultivos.
“Entre el xixtaj en nuestro idioma, recuperamos los saberes en colectivo, donde todos los miembros analizamos los datos preliminares”, explicó Caamal, subrayando que el objetivo es brindar a los productores herramientas más precisas para la planificación de sus siembras.
Actualmente, los integrantes del colectivo se encuentran afinando sus registros de años anteriores y estandarizando los aspectos que serán de interés en futuras observaciones. Caamal señaló que esta fase de análisis culminará el 15 de febrero de este año, y los resultados serán presentados públicamente después del 20 de febrero.
Como en años anteriores, la divulgación de los resultados se llevará a cabo en las comunidades, en particular en aquellas donde residen los hijos de los milperos, y a través del sistema de radios que comunican al pueblo maya, fortaleciendo la conexión y el acceso a la información vital para los productores locales.
Este esfuerzo subraya la importancia de las cabañuelas mayas no solo como una práctica cultural, sino como una herramienta práctica para garantizar la seguridad alimentaria en las comunidades agrícolas de la región.
