Rompimientos, eventos vividos en desastres naturales, cambios en las relaciones. Es esencial comunicarnos con los menores sobre temas como las pérdidas afectivas, la autoestima.
Espacio para expresar sentimientos y respeto a sus reacciones emocionales es lo que ellos desean, y nosotros lo que deseamos es acompañarlos.
¿Qué es comunicar? Los adultos deseamos que los chicos nos expresen en palabras lo que les pasa, sin darnos cuenta de que a esta edad (y a todas las edades, pero en la adolescencia más) la comunicación se da de una y mil formas más: las imágenes, la música, dibujando, compartiendo algún deporte, ahí la oportunidad de contactar con lo que siento y con la mente inconsciente es mayor.
Sentarnos juntos a dibujar mandalas y a platicar, tocando de manera indirecta temas sensibles como separación de los padres, vivencias durante el temblor y/o el huracán y/o cualquier desastre natural vivido.
Escuchar música y estar ahí acompañando, respirando, estando.
En días pasados una mamá me platicaba sobre la dificultad de su hijo para hablar directamente sobre sus sentimientos acerca de la separación de ella y su papá. Ella relata que en una ocasión prendió la televisión y observando atentamente a su hijo desde lejos, empezó a hablar acerca de lo que estaba en la televisión y después ella siguiendo ritmo y tiempo de su hijo, hizo que surgiera una palabra y entonces simplemente escuchó.
El arte de escuchar su silencio es la fórmula mágica para la palabra verdadera. Amarlo para construir más allá de las palabras, con la comunicación indirecta, metáfora de lo que yo siento, siempre de forma positiva.
Por ejemplo: “Fíjate hijo (hija), se me vienen a la mente esas ocasiones en que no encuentro palabras para expresar lo que siento y digo tengo el corazón apachurrado, o se me quitó el hambre del susto”.
Aun cuando él y la adolescente no te hable, te está escuchando, te está mirando y está aprendiendo. La clave: acompañar y saber escuchar su silencio.