CANCÚN, Q.Roo.- Debido a que en Quintana Roo existen alrededor de 160 asentamientos irregulares divididos entre Cancún, Playa del Carmen e Isla Mujeres, en donde viven más de 60 mil personas, la Secretaría de Desarrollo Social e Indígena (Sedesi) impulsará la creación de una mesa especializada en la Fiscalía General del Estado para los delitos contra el Desarrollo Urbano, a fin de evitar la venta de terrenos o lotes en los cuales no se puedan introducir los servicios básicos por las autoridades estatales y federales.
Julián Ricalde Magaña, secretario de esa dependencia, aseveró que no se puede permitir en Quintana Roo que haya una permanente pulverización de la tierra, lo que lleva a un desarrollo que no es sostenido y que convierte a algunas zonas en colonias irregulares.
“A estos lugares no se les puede dotar de servicios básicos como agua y drenaje, seguridad pública, pavimentación, e incluso alumbrado público, son situaciones que asfixian a la ciudad y no les genera a estas personas condiciones dignas de vivienda”, afirmó.
El funcionario estatal dejó en claro que, con esta mesa especial, lo que se busca es que las personas tengan lugares dignos en donde vivir y no caigan en manos de vivales como sucede permanentemente.
Seducen a migrantes
Este polo turístico cuenta con zonas conformadas por capas de “cinturones de miseria” que se han ido asentando en los últimos 35 años, desde la fundación de Cancún.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), ahí se hablan 52 lenguas indígenas de las 62 que se cuentan en México.
Cada semana llegan tres mil nuevos buscadores de empleo en pos de un espacio dónde vivir en esos lugares que, por no contar con títulos de propiedad, son baratos.
Tres Reyes es una de las regiones que quedan en uno de los extremos de la bien pavimentada y cuidada zona hotelera. Como otras 200 de su tipo, es un asentamiento irregular, sin servicios, ni calles ni agua entubada, electricidad o drenaje.
Ahí vive Joaquín Cen, en una palapa; un solo espacio que comparte con su mujer, sus hijos, su madre, sus tíos y algunos parientes más, todos emigrantes de Ucú, Yucatán.
Cada día, antes de que amanezca, sale hacia su trabajo, ilumina con una linterna la caminata de 15 minutos por el monte hasta que llega a la carretera, donde aborda una combi.
Otros trabajadores que cubrieron turnos nocturnos caminan en sentido contrario por la vereda. Ya con la luz de día llega a “El Crucero” donde se arremolinan cientos como él para tomar los autobuses que, llenos a las seis de la mañana, los transportan a la zona hotelera. Dos horas después de salir de su casa llega a las puertas del hotel donde labora. (Renán Moguel/QUINTANA ROO HOY)