Juan R. Hernández / Grupo Cantón
La maldita deuda corrupta de Pemex / México reitera diálogo y no intervención / Trabajadores mexicanos, buenas personas, esenciales para EU
Ciudad de México.- En la víspera del Día de la Virgen de Guadalupe, en la Plancha del Zócalo esta la verbena navideña mientras que en las calles aledañas comenzaba a llenarse de peregrinos y el aire olía a copal y a madrugada. Hoy la conferencia matutina tuvo un tono distinto. Sería la última antes del descanso guadalupano, “no habrá mañanera del Pueblo”, recordó la presidenta Claudia Sheinbaum mientras el Salón Tesorería dejaba entrar, apenas, el murmullo religioso que ya envolvía la capital.
Entre esa atmósfera de víspera devota, la mandataria habló de otro tipo de peregrinaje: el de millones de mexicanos que cruzaron la frontera norte. “Siempre digo que tiene que haber un reconocimiento a la importancia de nuestros hermanos migrantes”, afirmó, con esa pausa que usa cuando quiere subrayar algo esencial. Incluso al referirse al presidente Donald Trump, remarcó: “Siempre hablo bien de ellos. Son trabajadores, buenas personas, ayudan a su economía”.
Uno de los reporteros preguntó si había un guiño positivo a una eventual reforma migratoria. Sheinbaum sonrió apenas: “No hay un tema particular sobre ello”. Migración, seguridad y comercio —enumeró— siguen siendo los tres ejes centrales con Washington.
El tono cambió cuando apareció la gráfica que llamó “la maldita deuda corrupta”. Fue, quizá, el momento más político del día. Un repaso histórico, casi quirúrgico, a la evolución del endeudamiento de Pemex desde el año 2000: la bonanza de Fox sin obras que la justificaran; el sexenio de Calderón que elevó la deuda pese a los altos precios del petróleo; y la Reforma Energética de Peña Nieto que, dijo, “terminó asfixiando” a la empresa.
El contraste lo dio el recuento del periodo 2018-2025: deuda reducida, producción estabilizada y la refinería Olmeca operando a tope. “Por primera vez en dos décadas, Pemex deja de ser un hoyo negro”, declaró, con visible satisfacción.
Sin que nadie lo preguntara, Sheinbaum también se refirió al Nobel de la Paz otorgado a María Corina Machado. Evadió juzgar, pero aprovechó para reiterar la postura histórica de México: diálogo, autodeterminación, no intervención.
Afuera, los peregrinos seguían avanzando hacia la Basílica. Adentro, la presidenta concluía su mensaje. Era la mezcla perfecta entre fervor popular y política de Estado, una postal peculiar de la vida pública mexicana en diciembre.

