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19 abril, 2024

Sin Categoría

La obesidad

Ciertamente no estudié nutrición ni gastronomía, pero las redes sociales nos permiten encontrar información valiosa que nos permite instruirnos en temas tan delicados como lo es la obesidad.

En México se han elevado los índices de esta peste en los últimos años, al grado de que al parecer ya somos los número uno del mundo. Y es que la comida mexicana es tan exquisita, tan deliciosa, tan apetecible, que nadie se resiste. Los olores, sabores y texturas nos llevan a desear los platillos.

Lo interesante de todo esto es que la gastronomía nacional siempre ha sido la misma, y en décadas pasadas no padecíamos del terrible estigma de la obesidad. ¿Por qué? ¿Acaso algo pasó que nunca nos dimos cuenta?

Seguramente, las golosinas cambiaron, nuevos sabores, adicionados con nuevos químicos para invitarnos a ser adictos; nuevos vegetales, de procedencia transgénica, azúcares y harinas cada día más refinados, entre otras cosas; y es que han sido introducidos de forma gradual, sin que el gobierno se permita mediar por el bien de la ciudadanía. Han tenido que pasar años para que se diera cuenta del incremento de enfermedades derivadas de la obesidad, y que dañan el presupuesto nacional por dotar de ayuda médica, a quienes ya padecen los declarados síntomas: diabetes, hipertensión, etc.

Lo peor es que la ciudadanía vive absorta, sin percatarse que no sólo dañan su salud, sino a su familia, a la sociedad y al gobierno ya que, en carne propia viven los padecimientos tristes de las enfermedades; la familia sufre por que el familiar ya no es el mismo; la sociedad se queja de que los impuestos no alcanzan para vivir en una ciudad bien, ya que parte del presupuesto se va al sector salud para ayudar a los obesos y sus secuelas y, el gobierno, tiene que destinar un dinero que podría emplearse en medicina preventiva o en otras áreas sociales.

Es un problema que encierra varios factores: la ignorancia del pueblo que come cuanto se le pone delante, sin investigar en las redes sobre su contenido y/o problemas para la salud, como el caso de las papas, takis, charritos y demás; el problema de la adicción ya establecida, que no permite que los individuos sean capaces de abandonar ciertas prácticas alimenticias y, un gobierno incapaz de poner freno, a los productores de los alimentos chatarra a través de sendas etiquetas donde se anuncie lo perjudicial que pueden ser.

Comer no es malo, lo nefasto es no saber que nos metemos a la boca y que a la vuelta de los años nos lleva a los kilos de más y de ahí a la obesidad enfermiza. Hay que aprovechar las redes para informarnos y tener una vida más sana.

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