El tuit, que todos hemos visto, que se ha magnificado en medios masivos de comunicación, que llegó a primeras páginas nacionales, ha desaparecido.
Desde ayer mismo, momentos después de la “madri…”, Julián Ricalde borró de su cuenta de Twitter el muy ingenioso mensaje donde utilizaba el texto de una canción de Juan Manuel Serrat. Y se “filtró” que recibió la orden de hacerlo.
¿Por qué? O, mejor, nos preguntamos para qué.
Lo cierto es que el tuit se conoció al mismo tiempo que el enfrentamiento, violento, con Félix González Canto.
Y como ya había circulado en redes sociales, como ya lo habían visto y “capturado en pantalla” cientos, miles de seguidores de Ricalde, era imposible desaparecerlo.
Quien ordenó, si esto fue cierto, que Ricalde borrase el mensaje no tiene el mínimo conocimiento de redes sociales. Debe haber pensado que, con esta simple acción, borrar el mensaje, desparecía. Y no fue así, al contrario, adquirió mayor divulgación.
De tal forma que el intento de silenciar, y la aceptación de Ricalde, fueron ofensivos en grado extremo para el gobierno que encabeza Carlos Joaquín, además de inútiles. ¿Qué no habíamos cambiado? Parece una práctica “calcada” del gobierno anterior.
La realidad no desaparece por orden superior. El triunfo en la elección para gobernador de Carlos Joaquín es una prueba absoluta de esto.
¿Qué se perseguía al ordenarle a Ricalde borrar un mensaje que ya había provocado el intercambio de cachetadas y golpes, delante de mucha gente? Es tan absurdo el hecho que permite cualquier cantidad de especulaciones. ¿Buscaba el gobierno de Carlos Joaquín “bajarle el tono” a la confrontación? Imposible, hubo golpes y se necesitaba, con la urgencia de los medios de comunicación, conocer lo que había dado origen, las razones.
¿Es ofensivo el tuiter de Julián Ricalde? Yo diría que es ingenioso. Que demuestra la realidad, que es una buena forma de poner en pocas palabras sus sentimientos. En el formalismo del encuentro, Aniversario 43 del Estado, hubo una ofensa para muchos que vivieron la precampaña y la campaña de Carlos Joaquín, para quienes siguen viendo a Félix González como el villano más grande.
Lo que no corresponde a la realidad, porque Roberto Borge no escuchaba a ninguno, y no hay corresponsables de sus hechos. No fue un títere, y obviamente Félix González no es el titiritero mayor.
Lo que sí es Félix, es ex gobernador constitucional del Estado Libre y Soberano de Quintana Roo.
Mario Villanueva está en la cárcel, sentenciado por crimen organizado, por tráfico de droga, y ha recibido el trato respectivo.
Si Félix estaba ahí era, obviamente, por una invitación de Carlos Joaquín.
¿Había una intención política en esto, en invitarlo? Cualquier análisis es obsoleto porque lo que ganó el espacio, totalmente, fue la pelea entre González Canto y Julián Ricalde.
¿Estuvo mal Ricalde? Personalmente creo que el exabrupto de Félix fue exagerado, que era cuestión de un poquito de sentido del humor, de responderle en sus propios términos, incluso con el extrañamiento de que Ricalde se había referido al gobernador como “villano” y “gusano” y no a él… todo se vale en Twitter, si se sabe utilizar, que no fue así.
Lo preocupante, mucho muy preocupante, es la censura posterior. Porque son prácticas del pasado que seguimos lamentando, de las que muchos fuimos víctimas. Y asusta pensar que si “ordenaron” a Ricalde, que obedeció además, borrar lo que había publicado estamos hablando de censura oficial. Y cuando esta práctica comienza, mañana la siguiente víctima será usted o seré yo… y muchos no somos tan obedientes como Ricalde…
Esto sí que empaña el discurso del cambio, la censura es el verdadero aguafiestas del Aniversario…