Roberto Lemus / Grupo Cantón
Tulum.— Las Diablillas Mestizas de Hondzonot volvieron a dejar claro por qué su nombre resuena más allá de su comunidad: derrotaron 14–4 a la selección de sóftbol de Xuilub, Espita, Yucatán, en un encuentro amistoso que reunió tradición, fortaleza y un ambiente cargado de identidad. El partido, disputado bajo un sol implacable que hacía arder el terreno, se convirtió en una demostración de resistencia física y temple emocional.
Desde la primera entrada, el duelo prometía intensidad. Ambas escuadras abrieron con cuatro carreras, lo que desató la euforia entre los asistentes y consolidó un arranque parejo que puso a prueba la concentración de las jugadoras.
Sin embargo, conforme avanzaron las entradas, las Diablillas — fieles a su estilo, jugando descalzas y vistiendo su atuendo maya tradicional— impusieron un ritmo que la novena visitante no pudo igualar.
La combinación de fuerza, precisión y carácter terminó por marcar la diferencia en un campo que exigía más que técnica: exigía corazón.
El equipo local, conocido como el “escuadrón suicida” por su valentía en cada jugada, tomó el control del partido y avanzó sin freno hasta completar las 14 carreras. Del lado de Xuilub, pese a la derrota, las jugadoras se ganaron el respeto de la afición y del propio equipo anfitrión por su entrega en un terreno que no da tregua.
El intercambio deportivo se convirtió también en un espacio de convivencia entre comunidades mayas de Quintana Roo y Yucatán, fortaleciendo los lazos culturales a través del deporte.
Al finalizar el encuentro, Manuel Pío Jiménez, vocero de las Diablillas, destacó la calidad del partido y reconoció la importancia de visibilizar el esfuerzo de las jugadoras locales. “Estas mujeres mayas son un ejemplo de disciplina, aguante y orgullo comunitario.
Son inspiración para muchas mujeres que a veces dudan en practicar un deporte”, afirmó. Su mensaje reflejó el reconocimiento creciente que el equipo ha ganado por su estilo único y su impacto en la identidad regional.
El triunfo reafirma el papel de las Diablillas como embajadoras culturales y deportivas, capaces de atraer miradas nacionales e internacionales por su manera de jugar y por la fuerza con la que representan a su pueblo.
En Hondzonot, una vez más, demostraron que el sóftbol es más que un juego: es un acto de resistencia viva y un recordatorio del poder de las comunidades mayas cuando se unen alrededor de su historia y su talento.