Si puedes arrestar a un expresidente llamado Donald Trump, puedes arrestar a un expresidente llamado Barack Obama.
¿No crees que sea hora de cambiar las cosas y decir la verdad?
La clase dirigente estadounidense, la élite que se supone que debe pensar por ti, se ha vuelto una niña traviesa.
Los expertos acreditados, como Tony Fauci, el economista Paul Krugman, la directora de NPR, Katherine Maher, el profesor de derecho de Harvard, Lawrence Tribe…
La lista es interminable.
Esta clase opera el estado profundo estadounidense, que, para 2016, se había convertido en una colosal organización criminal, blanqueando miles de millones de dólares de los contribuyentes en ONG dedicadas a la destrucción cultural y política del país, mientras transformaba las donaciones de campaña en fantásticas fortunas para personas que oficialmente ganan menos de 200.000 dólares al año.
Barack Obama, al parecer, se transformó en Dark Vador y John Brennan, el Gran Duque del Mundo de la Inteligencia, le entregó un láser (con el expediente Steele de Hillary).
La única persona capaz de recuperar pruebas documentales de las diversas agencias de alta seguridad de las que es la supervisora máxima está aportando pruebas de todas estas artimañas.
Esto nunca se había hecho antes, especialmente durante las cruciales semanas de finales de 2020, cuando John Ratcliffe ocupaba ese puesto. Tulsi triunfó donde Ratcliffe fracasó.
Y, ahora, son las revelaciones día tras día.
Así están las cosas, y la situación aún no ha empezado a calmarse, con el expresidente Obama aparentemente siendo víctima de su propia trampa tendida en diciembre de 2016.
Aún no es seguro que toda la información desclasificada pueda utilizarse para construir casos que puedan conducir a un procesamiento, pero es de esperar que esto suceda rápidamente.
Hay muchas otras acusaciones graves por presentar, con el objetivo de poner entre rejas a varios exfuncionarios.
El daño causado por los autores del Rusia Gate es extenso y ha enloquecido por completo a la mitad de la población de nuestro país. Y la Operación Covid-19 fue el golpe de gracia para la salud mental de la izquierda.
Queremos la verdad no podemos morir sin saber la verdad.