Hoy la violencia no solo se vive en las calles, en el hogar o en el trabajo. También se ha mudado al mundo digital, donde la tecnología —y en particular la inteligencia artificial (IA)— ha abierto la puerta a nuevas formas de dañar, hostigar y violentar.
En Quintana Roo estamos dando un paso importante: reformar el Artículo 130 Sexies del Código Penal para reconocer a la IA como una herramienta que puede usarse en la violencia digital. Puede sonar técnico, pero en realidad toca la vida de muchas personas, sobre todo mujeres y jóvenes.
¿Por qué es tan relevante? Porque la ley ya castigaba la difusión de imágenes, audios o videos íntimos sin consentimiento. Pero la tecnología avanza más rápido. Hoy cualquiera con acceso a un software puede fabricar un deepfake, un contenido falso que parece real y que puede arruinar reputaciones, extorsionar o humillar.
Los datos son contundentes: en México, el 90% de las víctimas de violencia digital son mujeres (R3D, 2023). La ONU Mujeres estima que 1 de cada 3 mujeres jóvenes en el mundo ha sufrido algún tipo de violencia digital. Y la UNESCO advierte que los deepfakes se convertirán en la forma más peligrosa de desinformación en los próximos cinco años. Esta es una alerta global que no puede ignorarse.
La gobernadora Mara Lezama lo ha dicho con claridad: la justicia social significa proteger a quienes más lo necesitan y no dejar a nadie atrás. Legislar sobre la IA no es un tema frío de tecnología, es una decisión profundamente social. Es reconocer que la innovación no puede ser una tierra sin ley y que el Estado tiene la obligación de garantizar que se use para el bien, no para lastimar.
El mensaje es fuerte: en Quintana Roo no habrá tolerancia para quienes usen la inteligencia artificial como arma de violencia. Con esta reforma, nuestro estado se coloca a la vanguardia nacional en la defensa de los derechos en la era digital y envía una señal de compromiso con las juventudes, con las mujeres y con toda la sociedad.
La discusión sobre la IA suele centrarse en productividad, ciencia o automatización. Pero aquí estamos subrayando lo más importante: la dimensión ética y humana. Porque el verdadero progreso no se mide solo por la capacidad de innovar, sino por cómo cuidamos a las personas frente a los riesgos de esas innovaciones.
Quintana Roo deja claro que la inteligencia artificial debe ser una aliada del bienestar, nunca un instrumento de violencia. Ese es el futuro que queremos tejer: uno donde la tecnología esté al servicio de la gente y no en su contra.
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