He aquí navegando en las agitadas aguas nacionales, desde las que ya se trazó línea vertical a las entidades federativas, previa negociación política, económica y social a propósito de la elección concurrente que se avecina en el país en el 2018, para elegir nuevo presidente de la República, renovar el Congreso de la Unión (Cámaras Alta y Baja), y en los Estados lo que corresponda de acuerdo a su agenda político electoral y sus propias circunstancias.
Tres alianzas hacia la Presidencia de la República, tres candidatos, tres caminos, en busca del poder por el poder.
Y con ello se trazan las cartas de navegación en la geografía nacional, pese a la inconformidad de propios y extraños porque están dejándose de lado liderazgos naturales en las entidades, perfiles y proyectos construidos con anterioridad, y el discurso de navegar en materia electoral con democracia, equidad y justicia desde la misma elección interna de los partidos políticos, para designar a quien los debe abanderar a los cargos de elección popular en busca de tierra firme.
Para las tres grandes alianzas que representan José Antonio Mead Kuribreña (PRI-PVEM-NUEVA ALIANZA), Ricardo Anaya Cortés (PAN-PRD-MOVIMIENTO CIUDADANO) y Andrés Manuel López Obrador (MORENA-PT-PES), más lo que se acumule en los próximos días; al parecer sólo hay un antídoto ciudadano, un CANDIDATO INDEPENDIENTE, y todo indica que será el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, quien ya rebasó el millón de firmas para poderse inscribir.
Entre la sumatoria priista de todos sus grupos, incluidas las expresiones más representativas de la institucionalización de la corrupción, y de la delincuencia política organizada, en una cirugía de primer nivel que logró una exitosa operación para la postulación de José Antonio Mead Kuribreña; la negociada candidatura de Ricardo Anaya Cortés para el Frente Ciudadano, sobre la pulverización de los partidos de la Revolución Democrática y Acción Nacional; y la campaña populista que trae desde hace 18 años y que intensificó Andrés Manuel López Obrador, ahora reforzada con dar amnistía a los narcotraficantes, becas a todo aquel que no trabaje ni estudie, y más paternalismo en el campo; es signo inequívoco de que el sistema de partidos en México no sólo está en crisis, sino que ipso facto será polvo en los sedimentos marinos, ante su falta de credibilidad y porque dejó de ser una opción social.
Por añadidura, con las líneas nacionales que ya tienen palomeados hasta los candidatos en las entidades (tanto para las posiciones federales como las locales), las sorpresas seguirán; los designados no serán todos los que tiene las mejores posibilidades, ni serán todos los que tengan el mejor posicionamiento político. Quintana Roo, no será la excepción.
El único antídoto es ciudadano, un CANDIDATO INDEPENDIENTE; pero será difícil encontrar figuras realmente autónomas.
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