Gran parte de su estrategia se basó en la movilización masiva.
Así nació el movimiento progresista en los círculos de poder.
Los izquierdistas contaban con un enorme aparato institucional compuesto por agencias gubernamentales, grandes corporaciones, gigantes tecnológicos y ONG.
Todo el poder de la camarilla del establishment estaba de su lado, lo que significaba que contaban con los medios para imponer la cultura de la cancelación y silenciar a sus oponentes ideológicos.
Desde la Revolución Cultural de Mao en China ningún ciudadano había sido sometido a semejante asedio.
Otra herramienta utilizada por izquierdistas y globalistas ha sido la movilización de inmigrantes ilegales, homosexuales y minorías como escudo contra las críticas o las contraprotesta.
Si los conservadores y los moderados contraatacaban eran inmediatamente acusados de racismo, xenofobia y homofobia.
El simple hecho de presentar un punto de vista opuesto al sistema progresista se consideraba malicioso.
Los activistas de izquierda recibían protección preferencial mientras sembraban el caos.
Los conservadores eran tachados de terroristas.
Las minoridades querían ser mayoridad.
Los izquierdistas proclaman la libertad de expresión.
Pero No tenemos que olvidar que decenas de periodistas y celebridades han sido
despedidos vetados de plataformas públicas por no alinearse con la narrativa oficial sobre la COVID-19.
Dentro de la comunidad negra el movimiento Black Lives Matter se aprovechó de su estatus privilegiado destruyendo ciudades y haciendo lo que quería bajo la protección de los gobiernos demócratas.
Hoy en día, la gente blanca está cansada de aceptar pasivamente el mal comportamiento de cierto segmento de la población negra.
La acusación mágica de “racismo” ya no tiene ningún poder.
Pienso en el legado del mundo.
Pienso en las generaciones de hombres que han trabajado incansablemente para establecer un sentido de orden, de principios.
Es difícil crear algo; es fácil destruirlo.
Me recuerdo a mí mismo que nuestros antepasados jamás habrían tolerado una situación así.
En última instancia, la civilización solo puede sobrevivir y prosperar si se imponen consecuencias a quienes las merecen.