Un contexto de cambio acelerado y constante, que plantea a nuestra sociedad del conocimiento desafíos trascendentales, como el de un crecimiento equitativo y sostenible, requiere de una universidad que sea capaz no solo de adaptarse sino de liderar ese cambio, esto exige configurar la propia estrategia institucional para cumplir un papel relevante: la construcción de un futuro mejor, tanto para las comunidades en las que se encuentren inserta, como para el conjunto de la sociedad, siendo decisivas las alianzas entre universidades y la colaboración con otros agentes con el objetivo común de mejorar la calidad de vida de las personas.
Uno más de los retos que se obtuvo de las conclusiones del cuarto encuentro de rectores Universia 2018 en la ciudad de Salamanca España, es precisamente el papel de la universidad en los cambios demográficos, sumándose al de la aceleración de la innovación y la digitalización de la nueva era, del cual abordamos los detalles en la colaboración anterior.
En el caso de nuestro país, el subsistema de universidades tecnológicas y politécnicas tiene como característica que cada institución sea agente de cambio en la zona de influencia que le compete y que logre una perfecta vinculación con el sector productivo, contribuyendo con la preparación de los futuros profesionistas que serán los que lideren las empresas y los gobiernos de buenas prácticas para restablecer el papel de la sociedad coordinada con los actores que la conforman, formando ciudadanos responsables y competitivos.
En Quintana Roo, contamos con un plan estatal de desarrollo que incluye el eje cuatro correspondiente al Desarrollo Social y combate a la desigualdad y es aquí donde se encuentra el rubro de educación de calidad como factor de cambio y mejora del entorno a través de la educación superior con un alto compromiso para construir una mejor sociedad.
Son y seguirán siendo tareas insustituibles de la universidad, el desarrollo de una ciudadanía crítica, ética, eficaz y capaz; la creación y transferencia del conocimiento que permite afrontar los retos mencionados y defender el papel de la educación como herramienta decisiva para el porvenir de los pueblos y sus territorios.
Que la política educativa de calidad, sea el mejor legado que dejemos a las nuevas generaciones, en el breve paso por esta gran tarea, de excelente oportunidad y enorme reto.