La toma de decisiones es una constante en nuestra vida casi siempre y la responsabilidad de, qué decidir se acentúa conforme se va creciendo, pues en los primeros años de vida, normalmente son los adultos cercanos los que toman decisiones por el menor, desde que comer, vestir, nombre, lugar de nacimiento, entre otros.
La declaración de los derechos humanos en su Artículo 1 dice que, “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”, pero claro está que depende de muchos factores y circunstancias del entorno para que el ser humano se comporte de una u otra forma.
El tema central va encaminado a la toma de decisiones y su relevancia, en México, por ejemplo, las personas se consideran mayores de edad a partir de los 18 años, edad en la cual se supone, ya se es adulto y con un nivel de conciencia suficiente para asumir resultados de los actos.
¿Pero qué decide una persona en su vida, que realmente sea trascendente?, según Richard Florida, hay tres grandes decisiones en la vida de las personas que condicionan su felicidad: dónde vivir, qué hacer (o a qué dedicarte) y con quién compartir tu vida”, hoy me quiero referir a la segunda en el orden.
Qué hacer o a qué dedicarte durante tu vida, es una de las decisiones más trascendentales y lleva implícitas otra serie de decisiones, la mayoría de padres de familia desean que sus hijos se realicen, sean felices, que les vaya bien y que sean exitosos y la etapa donde los jóvenes terminan la preparatoria o similar, es una de las cuales les conlleva a decidir si continúan estudiando o no, donde estudiar, en que universidad, que carrera o profesión, y entre tantos cambios físicos y emocionales, se busca también tomar las mejores decisiones.
Justo nos encontramos en la etapa final del semestre que cierra el ciclo escolar, lo exámenes de admisión en las universidades, en muchas ocasiones la promoción de campus, equipos e instalaciones, carreras nuevas, modelos educativos y el hecho de decidir que se continuara estudiando lleva también a la toma de decisiones cada vez más finas y muchas veces, difíciles.
Si bien es cierto, estudiar una carrera universitaria no te garantiza nada absolutamente, también es verdad que, si te facilita la vida y te da ventajas competitivas y valores agregados. Por otro lado, es importante recordar que la universidad no hace al profesionista porque mucho dependerá del aprovechamiento de los recursos para contar con una educación de calidad. Estudiar puede ser desastroso sino se sabe estudiar y la pasión que le pongas a lo que haces, marcara en definitiva una gran diferencia en el resultado.