POR JULIÁN AGUILAR ESTRADA
La administración es una ciencia, una técnica y también es arte, por lo tanto, quien se atreve o decide dedicarse a administrar en lo público o en lo privado, debería contar con los mínimos conocimientos necesarios para lograr la eficiencia a la que se podría aspirar naturalmente.
Las operaciones fundamentales que una empresa pública o privada, necesita para operar con eficiencia, según Henri Fayol, contenidas en su libro “Administración industrial y general”, son: técnicas, comerciales, FINANCIERAS, de seguridad, de contabilidad y administrativas; pero ninguna de estas, tendría efecto alguno si el que administra, carece de una serie de cualidades y conocimientos básicos como físicas, intelectuales, morales, cultura general, conocimientos especiales y experiencia.
Las dimensiones de la responsabilidad crecen en la medida que la empresa también crece, ya que es diferente si una persona administra sus recursos personales, que, si administra los familiares o de una empresa o de un país, por lo tanto, a mayor responsabilidad en administrar recursos materiales, humanos, financieros o tecnológicos, mayor será también la necesidad de preparación en todos los aspectos.
Claro que algunas estrategias que se usan, es la contratación de expertos para atender las diferentes áreas de responsabilidad, sin embargo, entre más experiencia o dominio se tenga de las diferentes áreas, mayor será también la probabilidad de evitar que cada quien haga lo que quiera, que aun siendo expertos podrían equivocarse, pero lo peor estaría en que esos expertos recibieran instrucciones de alguien que ignore la especialidad del área y que ejerciendo la autoridad que pudiera tener, se cometan errores que puedan perjudicar a otros.
En lo que va de la administración federal del periodo que corre, se ha pasado por tres diferentes personas encargadas de la administración de recursos de la federación, dicho de otra forma, de quien administra los recursos públicos aportados por las y los mexicanos en sus diferentes modalidades y que es el secretario de hacienda y crédito público, y el recién nombrado Dr. Rogelio Ramírez de la O, se comprometió a mantener las finanzas públicas sanas, a cuidar que la deuda no crezca como proporción del PIB, procurar un mayor crecimiento de la economía y a recobrar la confianza de los inversionistas.
En realidad, que podría pasar, si nadie tiene una bola mágica que nos asegure que todo seguirá igual que hasta ahora, mejor o peor y partiendo de la situación por la cual atraviesa el país y con las variables macroeconómicas que influyen en la toma de decisiones, a veces buenas y otras no tanto, que deparará para el futuro ¿Finanzas sanas, deuda o más impuestos?