POR JULIÁN AGUILAR ESTRADA

A 6 meses de que la pandemia llegó a nuestro país, se alcanzarán las 66 mil defunciones relacionadas a COVID-19; y el punto no es necesariamente encontrar culpables o responsables, que seguramente los hay; el enfoque más bien, en esta ocasión, va dedicado a las personas víctimas y el impacto a sus cercanos, llámese familiares, amigos, vecinos y sociedad en general.

Como en cada situación de la vida, todo se puede interpretar, manejar, manipular o hasta tergiversar, dependiendo de la habilidad de quien maneje la información; pero en el tema de los sentimientos al perder un familiar en las situaciones en las que está sucediendo a causa de la pandemia, donde no es posible ni despedirse, ni velarlos, ni menos decir el último adiós, eso si no tiene interpretación, es como es.

Sumado a lo anterior, en medio de una crisis económica, social y sanitaria, en donde las preocupaciones son tantas, que hasta se pierde el momento del duelo, pero cruda realidad con el paso de los días, llega a la familia el vacío y el dolor aunado a éste, las noticias y los discursos de unos y otros, entre acusaciones y lavado de manos, entre declaraciones y reculaciones, entre anuncios de más decesos cada día como una estadística y la ausencia de una sola persona en casa que probablemente era el mundo completo para alguien en esa familia, esa si es una realidad que ni se desea, ni se reconoce.

Y que trae como consecuencia, más allá del sentimiento de pérdida, más allá del dolor y vacío, más allá del coraje, frustración, desánimo y en muchos casos depresión y ansiedad, que podrían desencadenar otras consecuencias mayores; también trae como problemas, la pérdida de empleos, disminución del ingreso familiar, cierre de negocios, pequeños, medianos y grandes, y entre los más graves, abandonos de proyectos de vida como lo podría ser, dejar de continuar la formación profesional universitaria, proyectos de familia, de empresa y de país.

Al mes 6, 66 mil defunciones, es mucho más grave que un número o estadística y con los minutos de silencio, no se hace silencio en el alma y en el corazón adolorido, tampoco se hace silencio en las expresiones de quienes padecen las consecuencias.

Lo que nos queda es cuidar a los demás y cuidarnos, seguir instrucciones de prevención por parte de las autoridades sanitarias y seguir luchando para encontrarnos de frente con un futuro lleno de posibilidades, pues la vida está llena de esas oportunidades para ser resiliente y renovarnos, porque quienes venzan los retos de hoy, serán también quienes habrán dado un paso más para triunfar mañana.