¿Por qué el responsable de la campaña de Luis Donaldo estaba en la Ciudad de México? ¿Por qué no había un corresponsal de Televisa? ¿Quiénes estuvieron en Lomas Taurinas y por qué? Entre más rebuscamos entre las memorias, los testimonios, los videos de ese 23 de marzo de 1994, más aumentan las dudas.
Si no fue un complot, si no había mayor número de personas participantes en el atentado, parecía.
Y parecer es tan grave, en estos temas, como ser.
¿Cuántos “culpables” ha encontrado el imaginario colectivo?
En los hechos, otra vez la estructura de cualquier historia policiaca con un crimen solamente hubo dos beneficiarios: Ernesto Zedillo y el general Roberto Miranda. A la vez que hubo cientos de perjudicados por su muerte, encabezando la lista Carlos Salinas de Gortari y Manuel Camacho Solís. Y otro que quedó “tablas”: Liébano Sáenz.
Los organizadores del evento asombrosamente no rindieron declaración. No lo hizo José Murat. En cambio, Marcelo Ebrard, que no tenía vela en el entierro, ni con la guerra de Chiapas ni con los temas políticos electorales, sí declaró ante la autoridad.
Y hablando de declaraciones, hay que repasar lo que dijo, volvió a decir Mario Aburto. Lo más importante, lo que ratifica la teoría de que pudo haber sido un “autoatentado” que salió mal, es su declaración de que no tenía intención de matarlo: “… no tenía ninguna intención de hacerle daño al candidato, grave no, sólo herirlo… sólo quería herirlo para que la prensa me filmara”.
Vuelvo a insistir, porque es un testimonio que no debe descuidarse, José Murat fue a ver al candidato presidencial priista Francisco Labastida Ochoa para “ofrecerle” un “autoatentado” que subiera su popularidad… Obvio que el sinaloense lo mando muy lejos.
¿Qué tal, una teoría más que no ha sido analizada ni investigada legalmente, si Murat con algunos de sus “operadores”, recordemos Oaxaca, organizó un atentado que salió mal, que terminó con la muerte de Colosio en lugar de una herida leve, en el pie como inicialmente quería dispararle Aburto según sus declaraciones?
¿Hay un misterio sin descubrir en el atentado contra Luis Donaldo? No, lo que hay son muchas coincidencias, muchas obviedades, muchas confrontaciones por el poder entre los protagonistas.
Y, también, no puede evadirse esta realidad, un infinito descuido en la seguridad. Así como en la “inteligencia” para saber, con anticipación, qué podía pasar en un evento de la gira proselitista. Qué podía esperarse en Tijuana.
Lo hemos publicado en libros, en otros espacios: el general Domiro García era, en el momento de la gira, un experto en seguridad en manejo de multitudes. Que no fue escuchado por Colosio, al que no le permitieron siquiera exponer las razones de seguridad.
Un militar, un hombre que perdió la batalla por Lomas Taurinas con José Murat, que no logró evitar que hubiese ahí, en el peor lugar desde el ámbito de logística y seguridad, un mitin político que ni siquiera hubiese podido tener dividendos electorales…