La apuesta es muy alta.
¿Y si gana? ¿Y si se puede construir la Refinería de Dos Bocas en ese tiempo, y a ese costo?
El reto le viene cortado a la medida al presidente López Obrador. Es uno de esos temas que pueden despertar la mayor solidaridad, el mejor orgullo patrio, la respuesta más apabullante. Porque a los mexicanos nos gusta que nos digan que no se puede, que no somos capaces, para demostrar lo contrario.
Las grandes fortunas que han hecho los mexicanos que cruzaron la frontera como ilegales, provienen justamente de poder hacer lo que otros no pueden. En los restaurantes de Nueva York los mexicanos, sobre todo los que vienen de Puebla, son los empleados más cotizados. Porque hacen los que otros no quieren o pueden hacer.
Porque trabajan más horas que ninguno. Porque no se cansan. Porque le ponen toda su voluntad en aprender y, así, poder ascender.
Los obreros petroleros mexicanos son expertos, todos, en lo que hacen. Saben del petróleo mucho más que cualquier experto extranjero.
Ya empleados petroleros jubilados se manifestaron a favor de trabajar, voluntarios, para construir esa refinería. De igual manera muchos ingenieros petroleros declararon que sí se puede construir, en ese tiempo.
Quien haya recorrido los pueblos de nuestro país, habrá visto esas casas de dos y tres pisos que fueron levantadas ladrillo a ladrillo. Pemex es, o era una empresa estatal que despertaba el mayor orgullo. Que, además, provoca una relación muy intensa, muy especial con sus empleados. Y son estos, obreros especializados, ingenieros, todos ellos, quienes ya dijeron que, contra la opinión de muchos extranjeros, sí se puede. ¿A quiénes les vamos a creer?
Tal vez haya que trabajar dobles turnos, hacer esfuerzos más allá de cualquier descripción, pero si el reto es construir una refinería que los extranjeros dicen que no podemos… se vale apostar.
Recordemos la expropiación petrolera. Como los extranjeros dijeron que no íbamos a poder, que los volveríamos a llamar en semanas, que no estábamos capacitados.
Y sí se pudo.
Tenemos doctores, académicos, matemáticos, físicos, ingenieros, de primera. Contamos con expertos en temas complicadísimos. Que alguien vaya al Hospital de Cardiología y vea de qué somos capaces. Tenemos mucho talento. Tenemos una voluntad mayor a cualquier otra, ya construimos pirámides que hoy parecerían imposibles de lograr en ese tiempo. Somos todo lo poderoso que podemos ser.
El proyecto, como lo ha venido manejando López Obrador, de Dos Bocas puede unir voluntades mexicanas por encima de temas políticos, o de simpatías personales. Puede lograr mucho más a su favor de lo que imaginan grandes sectores sociales incrédulos.
Hace muchos años que ninguno, desde el poder presidencial, nos decía que podemos crear proyectos inmensamente ambiciosos, que se nos permite soñar, que dentro de nosotros está la fuerza que puede transformar la realidad. Eso es lo que consigue, lo que hace López Obrador.
¿Qué pasa si millones lo escuchan, si logran vencer el reto, si logran construir Dos Bocas?…