Vaya ridículo que hizo la nueva presidenta municipal de Solidaridad. Como de primero de primaria. Con una demostración inmensa de su falta de experiencia. Y lo que es peor, de su incapacidad para sacar adelante la primera reunión de su cabildo.
Inverosímil que la señora Beristain haya decidido acusar al esposo de Samaria Angulo, que es funcionario del gobierno estatal, de “amenazas de muerte”.
Suena como a un intento de arreglar las cosas tirando el miasma al ventilador.
Ninguno va a creerle lo de las amenazas, que son totalmente absurdas, porque en su momento no denunció a Gerardo Ortega Otero, que no tendría ningún motivo para esto.
Las amenazas de muerte no funcionan así, tendría que saberlo quien se ha convertido en presidenta municipal de una población tan importante.
¿Por qué no pudo permanecer y dar salida a la primera reunión con sus “colaboradores”? Lo primero que viene a la mente, es que no tuvo el cuidado de amarrar y/o negociar con ellos lo que ahí iba a decidirse. Y no estamos en una dictadura.
Salir corriendo, diciendo después que fue porque estaba asustada, le quitó toda la fuerza moral con la que, quiero suponer, había entrado.
Para colmo de males, al responsabilizar a un colaborador del gobernador Carlos Joaquín se buscó un justificado descolón. Porque el gobernador no tuvo empacho en declarar, a pregunta expresa, que los problemas de Laura con sus colaboradores son responsabilidad suya. Y de pasadita, le dijo que cualquier acusación es falsa, porque lo que él quiere es “colaborar y hacer las cosas bien”.
Las declaraciones de Laura Beristain, por lo pronto, son para la posteridad: “se acercó un flaco con barba, a amenazar a mi gente”.
Lo peor es que en lugar de solucionarse, o por lo menos encontrarse una vía de calma, lo que siguió fue una guerra de demandas por “amenazas”. Y la gobernabilidad… pena y ridículo sin necesidad…
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