Hay que irse a tiempo
Para irse a tiempo, obvio, hay que saber irse. Punto.
Tal vez Miguel Ángel Pech debió “renunciar” a ser fiscal en el momento en que comprobó que no contaba con policías, ni presupuesto, ni equipo suficientes para hacer su trabajo. O, había espacio, cuando se le vinieron encima los asesinatos y la agresión a la sede de la Fiscalía en Cancún.
Era tiempo propicio para medirle el agua a la violencia. Para percatarse de que no tenía con qué o cómo confrontarla.
En estos dos años, lo que podemos sumar, aparte del supino manejo de prensa, es una larga lista de pendientes. De lo que no se hizo, de lo que no se ha podido hacer, de lo que la sociedad le demanda cada día con mayor fuerza que haga.
¿Cualquier otro hubiese podido con las broncas, los asesinatos, las demandas sociales contra los protagonistas del pasado? No lo sabemos, lo cierto es que Pech no pudo.
Y de alguna manera sus credenciales parecían ir sacándolo a flote en cada crisis, pese, insisto, a la torpeza inmensa de sus responsables de prensa, a los cambios en la policía… Hasta que llegamos al “chivo expiatorio” del presunto asesino del periodista de Canal 10.
Porque ahí lo que se vino abajo, estrepitosamente, fue el haber jurídico, el conocimiento de las leyes que tanto presumió Pech. Y que quiero creer, tiene. Porque lo que vimos en la detención de un policía, que sacó su arma de cargo y llegó minutos después a la escena del crimen, fue una falta inmensa de pulcritud en la investigación.
Es más, no se investigó. No se hicieron las mínimas entrevistas, no se valoraron pruebas grabadas, no se acudió a los testigos. A lo que debe agregarse, la patinada de declarar que iba a ser “chivo expiatorio”. Como de kínder, de principiante, de alguien que no conoce los protocolos legales, la investigación. Y Pech no puede escudarse en ignorancia de esto, menos habiendo sido juez.
¿Qué sucedió? En las próximas semanas habrá muchas versiones al respecto. Lo cierto es que junto con las voces de la sociedad que piden que se vaya Pech, ya habló el gobernador Carlos Joaquín. Ya dijo que está estudiando pedir al Congreso su salida.
Es decir, a buen entendedor, ya está echada su suerte.
Queda una pregunta: ¿Para qué esperar tanto? Ya le abrieron la puerta…