Vino el Presidente de la República y declaró que no es un “problema gravísimo”.
Vinieron los expertos a decir lo contrario, lo que sigue de preocupados por lo que viene.
Los hoteleros gritan que sí, que es aterrador el problema del alga café que puede terminar con las reservaciones.
El titular de Turismo que no quiere vivir en Chetumal, guarda un mutis, que sí pero no.
Mientras que el secretario de Marina construye barcos para recoger el alga en el mar y más menos dice que “ya merito”.
Y tenemos una campaña que afirma que “ni todas las playas ni todos los días”.
De donde los ciudadanos no entendemos. Si vemos, imposible no hacerlo, que muchos días, muchas playas, están literalmente invadidas de sargazo, que resulta imposible caminar por ellas, nadar, siquiera verlas. No se diga el olor.
Los expertos asustan con sus predicciones. Y, también, con el profundo desconocimiento, apenas comienza la investigación, del verdadero origen del sargazo. Que habrá de invadir, también, playas de África. Que en algunas islas del Caribe ya es la peor maldición.
Que, pocos lo ven así, provoca el aumento en la violencia por la perdida de trabajo, de posibilidad de conseguir ingresos. Porque afecta, se diga como se diga, la llegada de visitantes. Esto, la afectación económica, no se ha comenzado a estudiar.
Y el gobernador Carlos Joaquín está en medio de todas estas versiones, sin dinero del presupuesto estatal suficiente para atemperar, intentar paliar el problema.
Por lo que, sería suficiente, muchos ciudadanos nos conformaríamos con una respuesta. Con una manera inteligente de uniformar criterios. Con la seguridad de que se toma en serio, muy en serio esta pesadilla maloliente…