No entiendo qué puede opinar Luis Alegre, el primer aspirante a gobernar Quintana Roo, si no conoce Chetumal. Si no ha pasado una semana completa en la capital del estado.
No es el único que opina, sin que le pregunten, sobre el posible traslado de mil 54 familias, igual número de empleados tiene la Secretaría de Turismo, a Chetumal.
La verdadera pregunta se la tienen que hacer a quienes sí vivimos en Chetumal. ¿De cuántas maneras nos afectaría la llegada de cinco mil o más personas? ¿Podemos, queremos recibirlas?
El líder sindical de los trabajadores se niega a esta opción también sin conocer la calidad de vida de Chetumal. Lo importante es si existe la infraestructura para recibir a estas familias. Y francamente no parece tan complicado como lo hacen ver. Hay espacio suficiente en una ciudad donde viven más-menos 200 mil personas. Seguramente la economía local crecería.
Independientemente de que estas familias quieran o no venir a vivir a Chetumal, quienes van a trabajar en el proyecto del Tren Maya lo harán. La capital del estado tiene que crecer, debe hacerlo. El sur del estado, todo el sur, tiene que incorporarse a la dinámica de desarrollo del norte de Quintana Roo.
El reto será, definitivo, crecer sin perder identidad.
Lo cierto es que las autoridades municipales están muy lejos de entender este reto. Que no saben, siquiera, imaginar cómo debe ser el futuro de Chetumal. Un futuro que habrá de construirse contra los prejuicios y los intereses políticos de muchos.