El fiscal Oscar Montes de Oca no entiende la realidad. Menos todavía su obligación primera: investigar.
Frente a los muertos, asesinados, del sábado 2 de marzo, declara impunemente, con cinismo incluido, que se trató “de un ataque directo entre dos grupos delictivos antagónicos”.
Primera pregunta, de muchas, ¿qué quiere decir “grupos delictivos”? ¿Se dedicaban al crimen organizado, al narcotráfico, al narcomenudeo, a la piratería, al secuestro?
Segunda pregunta, si el fiscal, tan eficiente, sabía de su existencia, de su actividad criminal, qué hizo al respecto… eso sí sabía. Porque también nos tiene que explicar de dónde viene su información. Y por qué les otorgó total impunidad, libertad para seguir delinquiendo a sabiendas.
Tener identificados a criminales, de esa manera tan eficiente, sin hacer nada, comunicar su información a otras autoridades, también es omisión y tiene penalización.
Porque todo indica que tenemos a un fiscal omiso. Tal vez, incluso, más omiso que Pech.
¿A qué vino Montes de Oca a Quintana Roo? Debe creer que puede vernos la cara con impunidad, que puede burlarse de nosotros.
Lo que verdaderamente debe declarar el fiscal es por qué pudieron huir los homicidas, por qué no se detonó el “botón rojo” ante disparos en el inicio de la zona hotelera de Cancún al medio día. ¿Quién protege a los sicarios? ¿Qué hizo o dejó de hacer la policía municipal de Cancún?
Cada día aumenta el número de crímenes en el estado, en Cancún. Por qué el fiscal no hace nada, absolutamente nada para detener a los criminales; porque lo que vivimos es un estado de impunidad donde asesinar es gratis.
¿Qué hacemos con las inteligentes declaraciones del fiscal Montes de Oca?