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20 abril, 2024

Letras de cambio

LÓPEZ EN CANCUN ESO DE NO SUBIRSE A UN LADRILLO…

No fueron sus abrazos, afectuosos, ciertos, prolongados, cálidos sino la capacidad de reconocimiento lo que más me impresionó de Andrés Manuel López Obrador, a su salida del Salón Turquesa, en Cancún.

Trae atravesada una tranquilidad excepcional. Y una memoria excepcional para recordar a quién aprecia, a quién reconoce. Paciencia para los periodistas, respuestas puntuales, un discurso mediático muy bien estructurado en su habitual conferencia de prensa… los metros que lo separan de la camioneta demuestran que no ha cambiado.

Que es el mismo tipo tropical hasta las cachas, que conocí hace más de cuarenta años al entrevistarlo, una de sus primeras entrevistas, en una ranchería tabasqueña donde tenía, con Humberto Mayans y unas monjas lugareñas, un proyecto de siembra de hortalizas. Para después irnos a comer, en la orilla de la carretera, pescado frito.

No es que no nos hayamos encontrado, varias, suficientes, veces a lo largo de estos años, sino que llevando tantos puntos de ventaja en la elección presidencial siga igual de accesible, de amable en la extensión de la palabra.

La reunión, privada, fue con gente de su partido, ahí estaba, contenta, la candidata de MORENA a la presidencia municipal de Cancún, que parece invencible, Mara Lezama. Un gusto saludar a mi cuate, el ex secretario de Gobernación, Esteban Moctezuma, en cambio muy pesado el tal Romo, estilo “ricos de Monterrey”.

¿Qué dijo López Obrador a los periodistas? De todo y por su orden. Rescato en el ámbito nacional que no habrá más ejecuciones extrajudiciales, en referencia a la actuación de las fuerzas armadas y policías en este sexenio. Y en el local, la reiteración del proyecto del Tren que comunicará Palenque con Quintana Roo, así como la decisión de traer la Secretaría de Turismo.

Su hablar pausado, su paciencia ante los periodistas que lo rodean sin dejarlo apenas respirar, sudando la guayabera blanca de lino, perfectamente rasurado, peinado al caer, todo conforma una expresión de autenticidad que no pueden enfrentar sus contendientes. Sobre todo, vaya que tenemos problemas de inseguridad en Cancún, su tranquilidad para caminar solo, ninguno que le abra espacios, ninguno que aviente a la gente que se le acerca hasta con tonterías, ninguno que estorbe la cercanía.

¿Ya era así? Así pero no tanto, digamos que se ha ido calmando, que está en el mejor momento de su expresión personal, que la lleva con mucha paz interior y eso se transmite. Igual que el inmenso, permanente buen humor. Bromea, mucho, hasta con sus propios dichos.

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Quiero suponer que “cubrir la campaña” con el tabasqueño debe ser una gozada para los reporteros asignados. Siempre da nota, siempre está abierto a responder preguntas por incómodas que sean. No hay que esforzarse de más, sólo seguirlo y ser testigo. Diferencia inmensa de lo que sucede con otros, de lo que ha sucedido por muchos sexenios durante las campañas presidenciales.

No subirse al ladrillo del poder, ese que vuelve locos a los idiotas, es un ejercicio harto difícil en el sistema político mexicano, que sigue teniendo la capacidad de endiosar a los hombres en cuestión de minutos. Eso, mantener los pies en la tierra, ponerse en el lugar del otro, seguir siendo “normal”, no es sencillo. Y es lo que consigue, con excelencia, López Obrador.

Esta cualidad “humana”, este entorno sin vallas ni seguridad, esta cachondería tropical, esta manera de reconocerte y abrazarte, es lo que va a llevarlo a ganar la elección… al tiempo.

En Tuiter: @isabelarvide Blog: CambioQRR.com

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