Las leyes que rigen Quintana Roo, su soberanía, dicen que el gobernador puede tomar el mando de las policías municipales en cualquier situación de emergencia. Sin ninguna consulta previa.
En los hechos, Carlos Joaquín no necesitaba un decreto para enviar a la policía estatal a Playa del Carmen. Está en su derecho. Es una de las potestades del mandato constitucional que tiene.
Lo demás es una inmensa discusión política donde intentaron, con torpeza extrema $$$, en una “Mañanera”, meter al presidente de la República. No es tema que afecte al “municipio libre”. Cualquier análisis imparcial nos va a remitir a esto.
Dos personajes alimentan el amarillismo: Laura Beristaín y Alberto Capella. Los dos permanentemente en la opinión pública, los dos sin cumplir expectativas de la sociedad. Aunque hay niveles. Y la presidenta municipal lo rebasa en negativos.
El gobernador Joaquín nombró a Capella. Y sus razones tendrá para sostenerlo el tiempo que quiera. Lo cierto es que hoy es el secretario de seguridad pública.
Para muchos la apuesta es que, si Capella no da resultados en Playa del Carmen, le espera su “renuncia”. Por eso, hubiese sido sano que se hicieran públicas las expectativas que tiene el gobernador por haberle entregado el control de la seguridad municipal.
La inseguridad en un municipio, una población donde comenzaron una nueva vida ciudadanos de todos los países del mundo, de todo el país, había conformado una realidad muy peligrosa para todos. No olvidemos que es el municipio que tiene, o tenía, el mayor crecimiento económico del país. Disparos contra los clientes de una Cervecería, seguramente porque no pagó “derecho de piso”, fue lo que derramó todos vasos llenos de todas las paciencias.
Laura Beristaín es lo que sigue de discapacitada para su responsabilidad. Ganó porque se metió, literalmente, entre las piernas de la líder de MORENA, porque su único mérito ha sido trapearle el piso a la hermana, que ha dado bandazos con todos los gobernadores. Consiguió ser “candidata” a la Alcaldía. Y después ganó por el voto a favor de López Obrador. No quiere aprender a gobernar. Le gusta, lo he dicho antes, el miasma de la corrupción de sus policías.
No es secreto la contraposición de la señora con el gobierno, en todos sentidos, como tampoco que ella se ha rodeado de lacras identificadas con narcotraficantes y/o con los exgobernadores.
Esto, la mala imagen de Capella, la constante de incapacidad de Beristaín, son el telón de fondo de lo que sucede en Quintana Roo. Un telón de fondo bastante dañado, por cierto.
Carlos Joaquín es un hombre respetuoso de las Leyes, y actuó de acuerdo con lo que estas dicen. No hay “autonomía municipal” lesionada por esto. Lo que obligó al gobernador a tomar la decisión fue un problema gravísimo de inseguridad.
La presidenta municipal irá, más pronto que tarde, al basurero de la historia. Carlos Joaquín, por lo pronto, está haciendo su mayor esfuerzo. Está teniendo el valor de actuar…
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