Hay otra forma, más fuerte, de calificar lo que hace la Fiscalía General del Estado frente al asesinato del reportero de Canal 10, Javier Rodríguez Valladares, pero quedémonos con “barrabasadas”.
Porque eso es la declaración, formal, en un comunicado de prensa donde dicen, textual, que se descarta “que su fallecimiento sea un ataque directo a la libertad de expresión”.
Esto de entrada, sin hacer ninguna investigación, sin siquiera seguir el mínimo protocolo legal frente al cadáver tal vez porque el nuevo jefe de la policía ministerial, un militar retirado, ignora los requerimientos legales de una investigación.
O sea, como en los otros más de 360 asesinatos ni siquiera se siguieron los protocolos mínimos de cuidar la “escena del crimen”, de acuerdo con las fotografías publicadas.
El fiscal general Miguel Ángel Pech, por su parte, ha responsabilizado, culpado diría a los periodistas y a los medios, de la violencia que vivimos. Y amenazado con tomar represalias.
Frente al asesinato de Javier Rodríguez, “haiga sido como haiga sido”, la fiscalía, o sea Pech, se atreve a decir que está descartada cualquier investigación relacionada con sus actividades profesionales como periodista. Y que no es “un ataque a la libertad de expresión” porque el reportero “no estaba uniformado” ni en “horas de trabajo”.
O sea, según Pech, que los periodistas debemos ir siempre “uniformados” y que nuestro trabajo tiene hora de entrada y hora de salida… da pena ajena.
No solamente hay un desconocimiento profundo de los periodistas, de nuestro trabajo, sino que prevalece un profundo desprecio al gremio.
Y, obviamente, no habrá una investigación apegada a derecho, sería, cuando se parte de descartar a priori hipótesis que, para la mayoría de la gente, con un poco de sentido común, serían las primeras a tomar en cuenta.
¿Por qué matan a periodistas en México, en Quintana Roo? ¿Por qué asesinaron a Javier Rodríguez Valladares?
Imposible aceptar que su muerte no tuviese relación con su calidad, indisoluble, de reportero. Y si así fuese, en el muy poco probable caso, ninguno creería a una fiscalía que se ha mostrado contraria, incluso agresiva contra los periodistas porque sí, porque le molesta a Pech lo que escribimos, lo que opinamos, lo que vemos, lo que decimos.
Es decir, le molesta a Pech que periodistas vean una realidad que él se niega a ver. Una realidad donde la fiscalía bajo su mando ha sido omisa e ineficiente frente a la violencia que padecemos…
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