Debe ser su “asesor” de cabecera. Es decir, su hombre de confianza.
Porque mientras Marcelo Ebrard evidenciaba graves problemas con su peluquín, que necio insistía en moverse de lugar, el joven Velasco tenía la misma jerarquía en las negociaciones con el gobierno de Estados Unidos.
¿De parte de quién?
De la voluntad primera de Marcelo Ebrard. Porque le dio la gana. Porque puede nombrar a quien quiera en la oficina de prensa. Aunque falta saber qué dice el reglamento de la SRE sobre su presencia en esta clase de negociaciones internacionales.
¿Quién es este personaje, de tan corta edad y tan grande protagonismo? Formalmente trabaja como director de Comunicación Social de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Pero hasta su aparición, cacahuates sobre la mesa, frente a la líder del Partido Demócrata de Estados Unidos, no existía.
Un Twitter de su autoría, afirmando que Ebrard no había renunciado, cuando el rumor era fuerte, había “justificado” su salario. Hasta ahí.
De prensa, de periodistas, de medios, el joven Velasco Álvarez es un ignorante. Es decir, que ignora todo. No tiene ninguna experiencia. ¿Quién se lo recomendó, de quién es hijo o nieto, quién es su padrino? ¿Es una relación “personalísima”?
De buena familia, como se decía antes, tiene que ser por sus estudios en Chicago, donde se dedicó también a escribir en revistas técnicas, de esas que ninguno lee. Quiero creer. Porque mejor que sea un “Chicago Boy”, a quien su familia le pagó estudios en Estados Unidos, que un norteamericano que regresó al país. Para representarnos ante el gobierno de Trump.
¿Qué significa que comiese cacahuates? Un desparpajo, una total confianza en que su papel en esa mesa, de negociaciones delicadas, estaba totalmente justificado. Una expresión de su cercanía inmensa con Ebrard. Y, también, una falta de respeto.
¿Será el autor, el verdadero autor de la posición de nuestro país en estas negociaciones? Es decir, de la aceptación de recibir a quienes piden asilo en Estados Unidos. Con techo y comida, obvio. O del envío de la Guardia Nacional a la frontera Sur. En una de estas “Lord Cacahuates” hasta da instrucciones a generales.
¿Necesita Ebrard este tipo de “asistencia”? A lo mejor está envejeciendo. Tal vez su dominio del idioma inglés sigue siendo torpe, a recordar que él estudió en Francia, país al que regresó cuando se “autoexilió”. ¿Desconoce Ebrard las leyes norteamericanas y, por lo tanto, necesita a su lado al “Chicago Boy” con todo y cacahuates?
Cualquiera que sea la conclusión Marcelo no lo llevó de gratis. Puede deberse a que no confía en la señora embajadora, que obviamente llegó sin su opinión a ese puesto, después de una larga historia en la diplomacia mexicana, de la que carece el susodicho.
De cualquier manera, Roberto Velasco Álvarez, de quien ninguno tiene ninguna referencia, que no existía, políticamente hablando, antes de este gobierno, debió ayudarlo con el peluquín… llevar pegamento junto con los cacahuates…