Este domingo, en el Campo Marte, el presidente López Obrador presentó formalmente a su “último recurso”, aceptando que en seis meses no se ha podido cambiar el problema, grave, de inseguridad del país.
Un acto formal, militar, porque es en las fuerzas armadas en quienes confía el primer mandatario. Donde, para que no quede la mínima duda, dijo que la Policía Federal es un inmenso fracaso ya que, de cuarenta mil elementos, solamente se “salvan” unos diez mil.
O sea, no había de otra. No tenía a quién recurrir con su petición.
¿Es la “última panacea” de este gobierno? Todo indica que será alrededor de esta nueva policía, cuyo número no conocemos con exactitud, pero andará por los 70 mil efectivos, que habrá cambios. Que su llegada a zonas del país en condiciones verdaderamente catastróficas, donde ya existen advertencias de los criminales, es la última, la única posibilidad de recuperar la paz social.
¿Guardia Civil? Así la llamó el secretario de Seguridad, Alfonso Durazo. Lo cierto es que en su inicio está conformada por los policías denostados por López Obrador, y por soldados y marinos que, por el contrario, pondera siempre.
El Presidente habló del cambio, de militares que ya no masacran… palabras fuertes. Todavía más fuerte hacía dentro de las fuerzas armadas fue su declaración respecto a la manera en que los secretarios de SEDENA y de SEMAR se han “interiorizado” con su pensamiento. Es decir, lo que sigue de la confianza.
No es la primera vez que habla bien de ambos, del almirante Rafael Ojeda y del general Luis Cresencio Sandoval, pero de cara a la nueva policía sus palabras tuvieron mucha fuerza.
¿Sacó al Ejército de los cuarteles? Diría que no, que puso orden en la manera, hasta fuera de las leyes, en que los integrantes de las fuerzas armadas eran utilizados en funciones de seguridad pública.
Por su parte, vaya que fue un evento cargado de discursos y mensajes, que no son lo mismo, el nuevo titular de la Guardia Nacional, el general en retiro Luis Rodríguez Bucio habló de los difícil que es el arranque, pero, también, de lo que espera conseguir en el mediano plazo. Y, lo que se advierte inmensamente difícil de cara a las quejas públicas de los policías federales, de armonizar a los integrantes de la Guardia.
¿Qué va a pasar? De inmediato, los nuevos “hombres de gris” se fueron a sus nuevas obligaciones, algunos se quedaron en la CDMX. O sea, que es de “ya”, de inmediato, porque como dijo Durazo les dejaron “un país de sálvese el que pueda”.
¿Esto quiere decir que son salvadores? Esto se traduce como la última, la mejor de las opciones. Y uno tiene que preguntarse que haría el Presidente si estos jefes militares, Sandoval y Ojeda, que la vida tuvo a bien darle. Que lo entienden, que tienen el valor de poner todo su esfuerzo para una hazaña que se antoja tan compleja.
Ahora a esperar, a confiar…
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