El momento estelar del segundo Debate, que eclipsa todo el dramatismo de las agresiones y confrontaciones entre candidatos presidenciales, por lo que será recordado, es la escena donde Andrés Manuel retira, casi empuja a Ricardo Anaya al tiempo que saca su cartera del saco y la exhibe, señalando que puede perderla.
No le dijo “ladrón”, no tuvo que decirlo. Quedo, de pensamiento, palabra y obra más que representado lo que quiso decir el político tabasqueño. Con una fuerza visual tan grande que se olvidó, pasó a segundo plano, lo que Anaya pretendía afirmar.
Sentido del humor, pero sobre todo sentido de la oportunidad noticiosa. Porque si algo ha demostrado con creces, ventaja singular sobre otros contendientes, López Obrador es su capacidad para comunicar. Para conseguir que sus mensajes lleguen, correctamente, a la gente y sean magnificados por los medios de comunicación, tanto digitales como los tradicionales.
El tabasqueño, que lleva una ventaja impresionante en todas las encuestas, fue atacado por los otros tres candidatos, de diversas maneras y en distintos órdenes. Parecía consigna. En respuesta, demostró sentido del humor, llegó a ofrecer (la cámara no mostró si se lo dio) un abrazo a José Antonio Meade y se burló, una y otra vez, de Ricardo Anaya a quien, hacia el final del Debate llamó “Ricky ricón canallín”, y antes mentiroso varias veces.
¿Fue suficiente para llevarle mayor número de ciudadanos hacia su causa, para un compromiso de mayor número de personas hacia el voto por MORENA? Digamos que lo mantuvo en la intención del voto, entre 12 y 20 puntos arriba según las encuestas, y que volvió a convertirlo en noticia.
Seguramente el video que subió Javier Lozano, donde se ve, de espaldas, supuestamente a Andrés Manuel al volante de un automóvil y a una “hija” pidiéndole que no maneje porque ya es viejo, que termina afirmando que no debe “manejar un país” por razones de edad, consiguió que un número muy grande de mayores de 60 años decidiesen su voto a favor de AMLO. Simplemente porque se ofendieron, se sintieron muy agraviados y la respuesta es, será en las urnas, solidaridad con quien es tratado como “un anciano que ni siquiera puede manejar un automóvil”.
En el Debate Presidencial vimos a dos periodistas en el papel de “académico” pontificador de la realidad, con distintos matices, en abierta competencia entre ellos por la mayor duración de sus intervenciones. Lo que estuvo a punto de convertirlo en un espectáculo francamente aburrido.
El señor Meade mejoró. Había ensayado más, se mantuvo alejado de su rígido traje de maestro explicando la realidad, pero no fue suficiente para emocionar y/o convencer a la audiencia. Es mal candidato en verdad, haga lo que haga. Y acusar, con papelito blanco en mano, a Nestora Salgado no fue su mejor momento, menos todavía el mensaje final donde hablaba de un “momento íntimo” frente a la urna donde se decide el voto… o sea, que no entiende que no entiende.
Por eso, porque Anaya puede ser buen polemista pero no es confiable para grandes sectores sociales, porque Jaime Rodríguez era mera comparsa, y Meade no levanta, es que este Debate va a ser conocido por la escena de la cartera… que al salir del evento Andrés Manuel volvió a mostrar diciendo que no se la había robado Anaya.
Comunicación, comunicación, comunicación como parte esencial de la política.
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